Potencia
informativa
(Artículo publicado el jueves, 10 de diciembre, en diarios de EPI PRERSS)
El despliegue
que exhibió el lunes Atresmedia fue toda una declaración. Se montó un programa
televisivo de primer orden con cifras apabullantes de cámaras, pantallas,
técnicos, luces, 300 personas en las gradas, varias salas paralelas para
asesores, para medir el tiempo, 500 especialistas para que el tinglado saliera
bien, cámaras mudas en el coche que transportaba a los candidatos desde sus
sedes al edificio de Atresmedia, como concursantes de un “reallity” para
enfatizar la importancia del evento, recibidos a pie de alfombra por los
gerifaltes del emporio y parada de fotos como artistas ante los medios, y no
uno sino dos presentadores –perfectos Vicente
Vallés y Ana Pastor, que supieron
preguntar con autoridad pero sin sacar sus egos de paseo-.
El plató me
recordó al de Ahora caigo, de Arturo Valls, pero sin trampilla –no
hubiera estado mal haberla puesto para que se colara por ella Soraya Sáez cuando mentía o apretaba
los labios quizá acordándose de Rajoy,
tocándose la entrepierna en Doñana, o cada vez que Pedro Sánchez desplegaba su sonrisa, una de las más falsas, huecas,
y autosuficientes de la noche-. De haberla tenido, Albert Rivera se habría precipitado por ella. Qué nervioso estaba
el niño. El despliegue del lunes fue algo más que un buen programa de
televisión del grupo Atresmedia. Quería dejar claro que es la referencia
informativa en televisión en España. Más de 9 millones lo confirmaron.
Telecinco, a su rollo. Y TVE, por desgracia, no cuenta. Un pero tan gordo que
apesta, la ausencia de IU fue clamorosa. Y sí, ganó el debate Pablo Iglesias, el Camacho de la política.
Los candidatos llegan al estudio seguidos por una cámara muda -se ve, pero no se oye lo que dicen- como auténticas estrellas de reallity. Desde horas antes, avivando la audiencia, la realización, la tertulia en el plató, el recibimiento a pie de coche por los mandamases de Atresmedia, las entrevistas a la llegada, todo tenía un aire de gran acontecimiento, es decir, de gran espectáculo televisivo. |
Qué buena comparación del debate con un concurso ridículo. Por cierto, a Ana Pastor sólo le faltaba la pamela para ir las carreras de caballos. Enhorabuena por la columna.
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