El ojo
(Artículo publicado el sábado, 26 de diciembre, en periódicos de EPI PRESS)
Sólo me faltó,
con el morro apretado y la cabeza tiesa, persignarme como hace Isabel Pantoja ante sus fieles cada vez
que sale de prisión. Cuando Pepe
Gutiérrez, el tragón de MasterChef
Junior, se zampó el ojo de besugo casi me salió la beata que llevo dentro. El besugo, el
ojo, Pepe, MasterChef, y la
persignación automática nada tienen que ver, del mismo modo que la salida de
prisión de la delincuente primaria y sus supercherías nada tienen que ver con
nada, ni siquiera con la religión. Pero estuve a punto de dibujar una cruz en
el aire cuando la cocinera Carme
Ruscadella arrancó del besugo uno de sus ojos, lió con primor los hilillos
de gelatina que salían de las cuencas en una cuchara, y acercándosela a la boca
del voraz jurado, Pepe abrió sus fauces y devoró el ojo del pez como un manjar
exquisito. La presentadora, Eva González,
dio una arcada.
Los niños
pusieron caras de asco y apartaron la vista de la mesa donde sucedió todo. Es
cosa de costumbres gastronómicas, dijo Ruscadella. Para suavizar el impacto
Pepe hizo un chiste diciendo que desde ese momento veía mejor. Los concursantes
se echaron a reír, y el programa siguió. En la última entrega de En la tuya o en la mía ni Bertín se comió un ojo ni Fabiola, su delicada esposita que hacía
de entrevistadora, se metió nada en la boca que pudiera repugnar. Pero mis
ojos, y mis oídos, y mi sentido de la dignidad y el pudor me apartaron de la
pantalla como si Pepe Gutiérrez se hubiera tragado una cagarruta calentita.
¿Pero esto qué es? La escena de la pareja junto a la chimenea, con el arbolito
y el espumillón, es de lo más rancio que hayamos visto. Prefiero al salvaje
Pepe tragándose el ojo del besugo que a dos besugos tratando de armar un
diálogo de interés.
Pepe Roríguez en uno de sus gestos más conocidos, tragándose algo con esa forma suya de comer que parece que no comió en su vida. |
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