Los datos de GH
(Artículo publicado el martes, 29 de diciembre, en periódicos de EPI PRESS)
Antes de que se
diluyan en el olvido pringoso de los seguidores las voces y los rostros de los
concursantes del actual Gran Hermano,
Telecinco ya tiene preparada la siguiente camada. En unos días las puertas de la
casa de Guadalix se abren para recibir a la panda de los llamados VIP. La misma
alfalfa. Idéntico detrito. Pero hablemos de lo que no se ve. Hablemos de quien
ve a esta chusma, que jalea Mercedes
Milá un día, y otro Jordi González
en una cosa que llaman El Debate –el
domingo fue el último-, donde los zafios degradan a grito pelado, a un nivel
nauseabundo, la pantalla. ¿Quién ve Gran
Hermano, según las estadísticas? Además de la madre de la Merche –luego me
dice que soy mal hablada, alardea la presentadora poniendo caras de
barriobajera a la que le falta rascarse el nardo ante la audiencia soberana- la
mayoría es gente de 13 a 34 años.
Si tengo un hijo
de 13 años que ve Gran Hermano la
culpa no es suya, está claro. Toda la culpa es mía. Algo he hecho mal, muy mal,
para que un adolescente, mi adolescente, mi hijo, esté enganchado a esa basura,
a ese espejo tóxico en el que se mira recibiendo un modelo de comportamiento y
una escala de valores que no quiero cerca. Los datos encajan. Gran Hermano encuentra más seguidores en
la considerada clase media-baja -27’1%-, y baja -26’4%-, sin apenas incidir en
la considera clase media-alta y alta. Estos datos los proporciona la propia
factoría de purines, Mediaset, datos que muestra a los anunciantes para que
sepan hacia quién han de dirigir los disparos del negocio. Tengo otra lectura. Que
una de cada tres personas entre 25 y 34 años que ve la televisión elija ver Gran Hermano es un retrato feroz de la
educación de este país.
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