Los huevos de
Bertín
(Artículo publicado el domingo, 29 de noviembre, en periódicos de EPI PRESS)
Es el hombre de
los huevos de oro. Lo que toca, lo convierte en mayúsculo. Creo que llena
teatros con un carromato al que sube a un chistoso de los de toda la vida, ese de
los chistes de mariquitas y gangosos, un tipo moliente al que bautizaron Francisco Rodríguez Iglesias –nada que
ver, ¡arriba España!, con el de Podemos- pero conocido en el mundo de la
pachanga como Arévalo. Busquen, busquen en Youtube a Rafael Álvarez El Brujo y la pildorita
de 3 minutos llamada “La diferencia entre ‘Yo nací’ y ‘Yo nasí’, el acento de
Lucena” y busquen, busquen “chistes de Arévalo” para ver de qué tipo de humor
hablamos. Con Arévalo recorre el país a teatro lleno. Creo que no hay ni que
decir que el donjuán de los huevos de oro es el señor Bertín Osborne. Además de teatros en fin de semana, llena
audiencias. Pasó por El hormiguero y
a Pablo Motos se le cayó a cachos el
maíz de su barba cuando al día siguiente vio la cuota de pantalla. Y cada
semana, como se sabe, le pone unos miles de espectadores más a la cifra de la
pasada de En la tuya o en la mía. El
mediocre y edulcorado cantante de rancheras nunca se fue del todo, pero ahora
vive un nuevo esplendor que le sabe a gloria a una TVE casi irrelevante. ¿Qué
tiene Bertín Osborne para hacer de un programa banal, cortito de miras, un éxito
tan sonado de audiencia? No lo sé, y lo
digo más serio que Rosa María Sardá
cuando se entera en “Ocho apellidos catalanes” de que lo de la independencia es
un invento de su nieto happy flower Berto
Romero. Como diría el propio Bertín, a mí también me enseñaron a no
pelearme con personas que no conozco. Y tampoco con las que conozco porque
siempre habrá algo bueno en ellas, en unas y en otras. Así que Bertín, en carne
mortal, me trae sin cuidado. O, como diría él, me la suda.
Si quieres, busca los chistes de Arévalo. Pero no seré yo quien te guíe a semejante mal trago.
El machismo que no se ve
Bertín se abre
de patas en su casa o en la del otro y enseña el paquete como sólo los tíos muy
machos lo enseñan, como sin querer, de forma natural, así, echando una mano por
el respaldo del sofá y la otra a la copa de vino, charlando con otro machote
que puede ser el más macho de los machos de la tierra, un torero, coño, un tío
con cojones, un chaval que las pasó canutas y hoy tiene una casa que te cagas,
maestro, un español que lleva la sangre de la fiesta en sus venas, qué alegría
de verte Manuel, vamos a ver qué hacen las chicas. Manuel es Manuel Díaz el Cordobés, y las chicas
son las señoras de ambos. Ellos hablan de sus cosas, de sus trabajos, de sus
esfuerzos, de sus triunfos, y ellas… Paréntesis. La 2 emitió este lunes un Documentos TV que habría que pasar por
las escuelas para educar a nuestros niños como ciudadanos íntegros y sin
prejuicios, para evitar en el futuro que las estadísticas siguieran
enfrentándonos a un espejo turbio y vergonzante, inadmisible –una media de 70
mujeres al año son asesinadas por su pareja y casi un 13 % de las mujeres
mayores de 16 años sufre violencia física o sexual-. Fue uno de esos Documentos TV -El machismo que no se ve-,
imprescindible. En él se dijo que la mayoría de jóvenes de instituto no
identifica las conductas machistas y que el estereotipo de género sigue
teniendo un peso desmedido. También se preguntaba ¿quién está asumiendo el
trabajo de las tareas domésticas, qué tipo de machismo nos queda? ¿Es un machismo
que no se ve, o que quizá no queremos ver? El médico forense, autor del libro
“Mi marido me pega lo normal”, Miguel
Lorente, dijo que el machismo se da en cada esquina, pero son conductas tan
asumidas que no las vemos como machistas. Se cierra paréntesis. Volvemos a la
casa del torero, y con el guasón y campechano Bertín. Vamos a ver qué hacen las
chicas, dicen los señores.
Oh, qué bien se lo pasan. La cocina no es su reino por eso sus travesuras les divierten tanto. Las mujeres, que sí se encuentran en su medio, saben dónde está todo, un dato que a los machotes se la suda porque ellos no entran ahí... salvo que haya unas cámaras de televisión, y entonces dejan claro que ese no es su ambiente. |
El abuelito dulce
Las chicas, oh,
esa bendición, estaban en la cocina. Joder, donde tienen que estar, les faltó
decir. Fabiola, la del cantante
melódico, vendedor a tiempo parcial de jamones, vinos, y quesos, y Virginia, la del Cordobés, estaban
haciendo la comida. Pero hete aquí que llegan los chicos, se ponen el delantal,
y deciden freír huevos para pasmo de las señoras. Los huevos de Bertín están de
rechupete, y tienen tan buena pinta que hasta Fabiola hace una foto para no
olvidarlo. Habrá quien me diga, incluso quizá Bertín diga que se la suda –si
nos gusta o no el programa, lo que pensemos del pastizal que gana-, que saco
los pies fuera de la parva. Creo que no. Lo de los huevos de Bertín es una
parte por el todo, es un ejemplo que señala que En la tuya o en la mía, con el inestimable apoyo de TVE, difunde
unos valores que no deberían consentirse. No es porque sí la elección de
invitados –que este miércoles sacaran a Pedro
Sánchez y el que viene a Rajoy
es un parche, cosa de elecciones, políticos en campaña, televisión pública en
horas bajas-. Hagamos un somero repaso a sus nombres. Carlos Herrera, Mariló
Montero, Jesulín de Ubrique, el
chatín Arturo Fernández, el tipo que
dice que no hay que votar a IU porque son comunistas, el patético donjuán que
jamás hizo papeles de mendigo porque “eso se pega”, o la señora Carmen Martínez Bordiú, la nieta de Franco. Esta absurda señora jamás hizo
nada en su vida, pero la televisión pública le cedió un tiempo inmoral al
servicio de un franquismo resistente. Bertín, el machote, no sólo no sacó su
lengua para frenar a la nieta sino que se bajó el pantalón y se retrató con los
huevos al aire. Claro que es lógico que una nieta hable bien de su abuelo, pero
no que una tele pública le preste la tribuna para que el tipo que llenó las
cunetas de muertos que aún siguen ignorados sólo sea un entrañable, cariñoso, y
dulce abuelito. No, Bertín. No, TVE, no toquéis los huevos a la audiencia
escudándoos en cifras envidiables. Detrás de la cuidada realización se agazapa
una visión del mundo rancia, trasnochada, machista, y muy, muy conservadora. El
único programa de entrevistas de la tele pública en horario estelar no tendría
que estar en manos de un pésimo cantante de rancheras que habla con sus
amigotes. Aunque tenga los huevos de oro.
Esta señora no ha dado un puto palo al agua, pero la tele pública le dedica más de dos horas de promoción para que la nieta hable de las bondades de su abuelito, el caudillo, el victorioso, el criminal Francisco Franco. |
La guinda
La tronista
Supongo que
conocen a la monja Lucía Caram, de
la órbita de Mediaset. Es opinadora de Las
mañanas de Cuatro. Se hizo muy conocida por sus opiniones sin filtro, por
sus posturas reivindicativas, y por su oposición a Rajoy. Ahora, junto a nombres conocidos, apoya una campaña para
ayudar a niños en situación de exclusión social. Y se presentó en Mujeres y hombres y viceversa. ¿Va con
segundas? Esta monja es una cachonda.
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