Cloaca máxima
(Artículo publicado el domingo, 20 de diciembre, en preriódicos de EPI PTRESS)
Cada vez que
viene bien lo digo. Así que lo digo. Como saben, y si no se lo recuerdo, jamás
veo Telecinco. Hay otra gente, mucha gente, muchos amigos y conocidos, y miles
de desconocidos, que no sólo no ven Telecinco sino que no la tienen
sintonizada. Así ni la ven ellos ni su familia, invitados, nadie. Es decir, el
mando a distancia en esas casas salta de Cuatro –si es que aún la conservan- a
La Sexta. En mitad, un hoyo, una especie de agujero negro, la nada, el desierto
de Gobi, el Sahara, el espacio vacío, como llamaba el viajero inglés Wilfred Thesiger al gran valle de arena
al sur de Arabia Saudí, lindando con Yemen y los países del Golfo, un espacio
vacío que él transitó con Bin Kabina
y Bin Baghaisa, muchachos beduinos, gente
a la que admiraba destacando su forma de vida. En mi casa no se ve Telecinco. Pero estoy al
tanto de lo que expele, claro, pues tengo un sentido de la responsabilidad y la
decencia -¿se puede decir decencia sin que nadie se ofenda?- a la altura de cualquier
programa electoral de los que hoy salen a la venta, que ojalá fuese por
fascículos para dejar de comprarlo al primer incumplimiento. De siempre vi
Telecinco como la cloaca máxima. Salvo alguna cosilla. Creo que aquí también he
hablado de ella. Me refiero a la etapa brillante de los informativos dirigidos
por Juan Pedro Valentín. Qué gusto.
Allí se cocinaba el mejor periodismo que se hacía en televisión en este país. A
pesar de tenerlo fácil porque en TVE andaba Alfredo Urdaci, condenado en firme por manipulador en una
televisión pública nauseabunda dedicada al chusco y grosero servicio de Aznar-¿puedo decir indecente sin que el
otro me responda con un teatral ataque de dignidad para ocultar su mala
conciencia, si quedara rastro de ella?-. A pesar de tenerlo chupado, Juan Pedro
Valentín llevó el periodismo serio, el único posible, a cotas de una calidad
desconocida en este país. Sólo mencionar a la gente con la que supo rodearse ya
nos habla de la cima que alcanzaron, entre otros Vicente Vallés, Monserrat
Domínguez, o Ángels Barceló.
Pero aquello era demasiado para el concepto de la televisión que tiene el capo Paolo Vasile. Y desmontó el tinglado.
Ángels Barceló en Informativos Telecinco, en su época dorada, cuando se convirtieron en el referente televisivo. Aquel castillo de credibilidad y calidad fue desmontado piedra a piedra hasta dejarlos en lo que son hoy, una parodia que avergüenza, puro estilo Telecirco. |
Ruiz y miserable
Apareció en el
horizonte la tremenda, terrible, espeluznante, inquietante y monstruosa imagen
de Pedro Piqueras. Y se acabó el turrón.
Sus informativos reflejaron al instante lo que el italiano quería, que la
clientela apenas notara un parón, una bajada de interés entre el programa
anterior y el informativo de los cojones, así que, Pedrito, serás un tío con
mucho prestigio, pero déjate de hostias, agárrate los huevos, mira para otro
lado, y hazme un informativo con el que me entretengas, tío, ¿cappichi? Vamos que
si lo entendió. A la primera. Y ahí sigue. Entre historias tremendas,
charcutería grasienta, imágenes espeluznantes, noticias de mercadillo y
anécdotas de fácil consumo, esas que tragas sin pasar ni por el corazón ni por
la cabeza y las defecas a los pocos minutos. Se dice que la Cloaca Máxima
romana fue construida 600 años a.C., por
los etruscos, de origen toscano, es
decir, por extranjeros. Igual que Telecinco, construida también por
extranjeros, por italianos, en manos de quien aún sigue. La Cloaca Máxima
romana no sólo drenaba los pantalanes que rodeaban la ciudad sino que recogía
la inmundicia de los retretes y baños públicos. Igual que en la actualidad hace
Telecinco, que recoge al primor las aguas fecales del entretenimiento más ruin
-¿se puede decir ruin sin que me acusen de Ruiz y miserable?-. En mi casa no se
ve Telecinco. Pero estoy al tanto del hedor que expele esa fábrica de basura
que no cesa. Lo que me llama la atención es las tragaderas de su audiencia. Se
ríen en su cara, y no tiene efectos. Es como ese tipo de partidos que recortan
las pensiones, estrangulan la ley de dependencia, empobrecen al obrero, aunque
trabaje, y ese obrero va y vota a ese partido. Ni Íker Jiménez encontrará una explicación al misterio, y eso que el
trolero la tiene muy desarrollada.
No es para menos. Derroche de imaginación popular para compensar la grisura y el hastío de unos dirigentes que viven en su nubecita. |
Sin estudios
Estos días, a
raíz de la vuelta de la absurda Rosa
Benito a Sálvame, columna
vertebral que explica, sujeta, y simboliza la cadena, y por eso me sirve de
ejemplo, y sin pudor, Kiko Hernández,
uno de los fijos de la mascarada, le dijo a Jorge Javier Vázquez que no le tirara de la lengua, que él sabía
cómo funcionaba el programa cuando Vázquez le recriminó que un día el tal Kiko
y Milagros Jiménez, conocida en el
circo como Mila, se burlaron de la Absurda imitándola, o lo que fuese. Nadie te
pone pistolas para hacer o decir ciertas cosas, le dijo Jorgeja. ¿Nadie?,
respondió serio Kiko mirándolo a los ojos. Bueno, esas cosas se dicen fuera, trató
de cerrar el desagüe el porquero de la zahúrda viendo que se desvelaba el tinglado,
la marrullería, el montaje, el invento, la falsedad, los líos, las idas de una
y las venidas de la otra, las peleas por turnos, las bambalinas de un guión
férreo que la gente se traga. ¿Qué tipo de gente? El indecente Donald Trump –seré un mezquino,
deleznable y ruin Ruiz, pero este pájaro es otro indecente que liado a la
bufonada deja asomar una idea de convivencia que aterra-, el terrible payaso
que aspira a la candidatura republicana tiene su lecho de seguidores, según un
estudio sobre el fenómeno, en gente sin apenas formación. Rosa Benito, la hija
pródiga, ha dicho que si no tuviera la deuda que tiene no habría vuelto, “pero
hay que trabajar, y lo agradezco porque no tengo estudios y no soy periodista”.
Clara como un manantial de sierra. Casi toda la programación de Telecinco se
basa en ese concepto. Exageración, vulgaridad, invento, lío, sensacionalismo,
truco, entretenimiento macarra, fomento del valor de la apariencia por encima
de la esencia y la preparación. Por eso, islas como Pasapalabra, el concurso de Christian
Gálvez, es de los escasos mirlos blancos que revolotean por encima de esa
cloaca nauseabunda, máxima.
En una columna donde se habla de cloaca y mierda no podía faltar esta cosa |
La guinda
Atreseries
El martes que
viene, el 22, el día del Gordo, Atresmedia –La Sexta, Antena 3- pone en marcha
un nuevo canal, Atreseries, dedicado a la ficción, pero no en exclusiva, es
decir, no sólo emitirán series –de la cadena y de otros países- sino que
pondrán en marcha ideas como ¿Qué fue
de..? Un día con…, o Hablando en serie, espacios presentados
por caras tan conocidas como Maxi
Iglesias o Sara Escudero.
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