Tapas
y barras
(Artículo publicado el martes, 4 de noviembre, en diarios de EPI PRESS)
Telecinco a
veces pone en marcha programas que no parecen de Telecinco, y la mayoría de las
veces que pone en marcha estas ocurrencias, zas, en todo el share.El penúltimo
intento, sin contar el batacazo confirmado en la segunda entrega de Un tiempo nuevo, es Tapas y barras. Un tiempo
nuevo vino a ocupar el sitio de Hay
una cosa que te quiero decir, despropósito que, creo, explica el pinchazo
porque la audiencia que veía con entregada sentimentalidad las historias de
anónimos ciudadanos no parece la misma a la que puedan interesarle los datos
económicos, o las ramificaciones de la corrupción que explica sin concesiones
amarillas Javier Ruiz. Lo hemos
dicho muchas veces. El público natural de Telecinco es muy exigente con la
calidad de la basura que consume.
Por eso, cuando
Telecinco incurre en aventuras que no forman parte de su ADN suele llevarse
unos disgustos llamativos. Tapas y barras
no es un programa para Telecinco, para su público, sobre todo porque la peña
que se topa con el cocinero Mario
Sandoval tratando de guiarnos por los bares de tapas de Santander, lo que
está acostumbrada a ver a esa hora es Mujeres
y hombres y viceversa, la fauna fatua que maneja abierta de patas desde la
grada Emma García. A esa peña le
importa un truño que el programa sea una copia de Vivan los bares, que emitió La 1 hace meses, que tenga buena
factura, que te incite a probar esas delicias al bocado, o que Maribel, mariscadora, explique cómo se
pescan las navajas. El estreno el sábado a mediodía lo vieron apenas 500.000
personas. Don Paolo Vasile, déjese
de inventos y siga exprimiendo la mierda.
El cocinero Mario Sandoval ante el logotipo de su programa para Telecinco, Tapas y barras, un programa que podría estar en cualquier cadena, pero quizá sea esa la razón por la que en Telecinco tiene una audiencia residual. El consumidor de esta cadena es muy exigente con la mierda que consume, y Tapas y barras tiene una factura que sobrepasa el límite de lo infame, es decir, demasiado bueno y exquisito. |
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