domingo, 2 de noviembre de 2014

Maldeojos. Original y copia



Original y copia
(Artículo publicado el jueves, 30 de octubre, en diarios de EPI PRESS)

      Ganó el original. Ya sabemos los datos, los reales, las cifras de quien eligió una cosa y, siendo la misma en la otra cadena, su contraria. Hablo de La Sexta noche en La Sexta y de Un tiempo nuevo en Telecinco. Hablo de Iñaki López frente a Sandra Barneda. Pero hablo, sobre todo, de El Gran Wyoming frente a Cristóbal Ricardo. O mejor, de El Gran Wyoming contra Cristóbal Ricardo. Palabras mayores. Hablo de audiencias, que es lo que más les duele. Hablo de un 16´6% frente a un 9´2%. Es decir, si buscas humor quieres que te hagan reír los mejores. No hay color en el duelo de humoristas. Frente a Montoro, gana Wyoming. Sin paliativos. Y eso que Pepa Bueno se lo curró para que Cristóbal se portara como un caballero y no contara chascarrillos. Pero los contó, el muy cachondo.
      
      El ministro farfulló un discurso de huida que resultó patético y vergonzoso cuando Pepa le pidió que dijera algo sobre la insostenible situación estructural de corrupción de su partido cuando las trompetas de los jueces parecen cercar los muros de su sede. Pero el chistoso se perdía en su verborrea delirante y necia, farragosa e inepta, para no hablar de Rato, de Acebes, de dinero sucio y oculto en el PP, porque “es que somos muchos, si quiere dedicamos esto a mis sentimientos, pero yo he venido aquí…” a hablar de otras cosas. Y suelta eso de “qué pedazo de país tenemos” apelando a un populismo barato. Y tú, en casa, te descojonas. Y te enfureces cuando Wyoming recordó que el Gobierno roba a los españoles y hunde la sanidad pública. El mundo al revés. 

El bufón Wyoming diciendo cosas de mucha envergadura social, llamando al hambre y la necesidad por su nombre, y lo hizo con tanta convicción que se comió por patas, en La Sexta noche, a su contrincante en Telecinco, que estrenó la semana pasada Un tiempo nuevo con la presencia de Cristóbal Ricardo, el ministro que en vez de tomarnos en serio nos toma por gilipollas, y por eso el tío cuenta chascarrillos, se aturulla, y se lía cuando alguien le pregunta sin rodeos sobre asuntos de su competencia.

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