Pedro, ayúdanos
(Artículo publicado el domingo, 16 de noviembre, de 2014)
Alfonso sólo
vive para conseguir sus deseos, dice la voz un poco engolada de Pedro. Pedro es
Pedro García Aguado, aunque a él le
gusta presentarse como el Hermano Mayor de
Cuatro. Ha vuelto el programa una nueva temporada. El esquema es el mismo con
el que empezó. Es decir, en los primeros minutos presentan a los protagonistas,
o sea, al nene o la nena en su salsa. Es la parte en que sacan al hijo dando
golpes a la mesa, rompiendo el cristal de la foto de la comunión, del cuadrito
que tanto le gusta a la madre, es el momento en que lo vemos escupir, el
momento en que, con los ojos en blanco, da un manotazo y arrambla con el jarrón
que adorna el centro de la mesa del comedor, el momento en que el vándalo da
una coz a la puerta de su cuarto, saca la ropa de los cajones y, ya sin freno
llama a la mamá, aterrada, encogida en un rincón, puta, que eres una zorra que
te gusta abrirte de patas, así que o me das el puto dinero o tiro la ropa por
la ventana, es el momento en que la tira, el momento en que entra el padre en
acción pidiendo explicaciones y el momento en que ese energúmeno lo empuja, lo
tira al suelo, se le echa encima, y empieza a darle puñetazos mientras la
madre, que ve la escena arrasada por el llanto, con chorretones de rímel
resbalando por las mejillas, mira a cámara y dice, Pedro, ayúdanos. Cuando pasa
esto yo, como espectador, si aguanto, estoy que no aguanto. Me ponen muy
nervioso estos cretinos. Me echan a bombear el corazón a una velocidad que para
un infartado es peligroso, pero como todo lo que da asco al mismo tiempo tiene
un poder adictivo y tentador, vamos, que te quedas pillado, cuando me doy
cuenta estoy enganchado a esa mierda sin ver el momento de arrancarme la
jeringuilla de la heroína de ese delincuente golpeando a la madre. Lo tremendo
de esto es que, quizá, en algún momento ese papá y esa mamá alimentaron al
monstruo confundiendo cariño con dejadez de funciones.
Este pájaro se llama Alfonso, pero podría ser Yeray, Sebas, Yasira, o la Macu. Da igual Todos los que salen en Hermano myor tienen el mismo perfil social. Escoria. Eso sí, en su degeneración, creo, tiene mucho que ver ese papá y esa mamá que no le cantó eu su momento al pequeño dictador que ya apuntaba maneras el precio de las peras. Vamos, lo de toda la vida. Una buena hostia a tiempo, un cogotazo, un pellizco retorcido y un no sin matices ayudan mucho a un crío. |
Reconocer errores
Lo siguiente a
la llamada de auxilio sigue el esquema conocido. Llega Pedro, que al parecer
impresiona mucho a estos grandes cabronazos por ser ex toxicómano y tener la
autoridad moral del que sale del barro, los padres agradecen al cielo su
presencia, y el imbécil del hijo o la hija actúa con el Hermano mayor como lo hace con sus padres. Y llega el encontronazo.
Pero Pedro tiene tablas y sabe calmar a las bestias. Las bestias se carcajean
cuando el programa las somete a pruebas que pretenden ponerles en lugar del otro. Por ejemplo, el
otro día, y como uno de los quinquis del programa le había robado las joyas a
la pobre abuela –que no se lo perdonará en la vida-, y toda la familia, tíos,
primos, abuela, allegados, le dio de lado, decidieron que cada miembro de esa
familia colgara al pescuezo o en los brazos del tal Alfonso una cadena pesada. Estoy
hasta la polla, dijo el rufián, esto pesa un huevo, esto es una tontería. No,
decía el hermano mayor, es para que veas la vida tan pesada que le has dado a
tu familia. Bueno, bueno, yo también me descojoné, la verdad. Otras veces los
ponen a todos a echarse en cara sus cosas mientras tiran a una diana toda clase
de objetos, en vez de tirárselas a la cabeza de la madre o el padre, con lo que
duele eso. Y luego llega el arrepentimiento. Es cuando el capullo ve en vídeo
el dolor que ha causado. Es cuando, al verse en ese espejo de la pantalla
actuar como un basilisco, destrozando muebles, rebuznando como un asno sin domar,
e insultando a los padres, el miserable malcriado parece entrar en razones y
reconoce que así no puede seguir.
El menda en un momento de su actuación amenazando a la madre que, aterrada, sin saber qué hacer, llama a Pedro García Aguado a ver si les echa una mano. |
Y aquí es cuando
esta columna da la trecha. Supongo que lo verían, supongo que verían a Alfonso Grau, el número dos de la
fallera valenciana Rita Barberá,
supongo que lo verían en la rueda de prensa. Digo rueda de prensa y sé que
saben que me refiero a la del otro día, cuando convocó a los medios al ser
imputado en el caso Noós. Lo sacaron en los informativos, no en todos, claro, y
en multitud de programas, entre ellos Más
vale tarde, el de Mamen Mendizábal
–premio Ondas 2014-, y luego en los magacines de mañana, tarde y noche. Una
vergüenza. Es el tipo de políticos, como los cabestros que saca Pedro García,
que te ponen el corazón a reventar. Como recordarán, la entrada a la sala ya
apuntaba maneras. Llegaba el menda con paso lento, degustado, con su mano
metida en el bolsillo y con la parsimonia del que llega para triunfar. Y
triunfó. Cuando se lió con la periodista de Telecinco Lorena Tortosa, a la que no dejaba preguntar, lo hizo con chulesco
desprecio, con la petulante mirada del macarra playero. Luego, como ocurre con
los enfermos de egolatría del Hermano
Mayor, alguien le pondría el vídeo y el vicealcalde debió de sentir algo
parecido a la vergüenza. Lo digo porque el miércoles, en Espejo público, hablando con Susana
Griso, pidió disculpas por su actitud. Y lo mismo hizo con Gonzo para El intermedio. El caso de José
Antonio Monago también es curioso. Este es de perfil distinto. Va de
enrollado, de buena gente, de esos que te sueltan la letanía de la decencia y que
sus viajes se los paga él de su bolsillo, y que está dispuesto a devolver hasta
el último céntimo del costo de esos viajes. Y así fue, según demostró en rueda
de prensa el viernes. Así que ahora tendrían que ser los medios de comunicación
los que pasen por los métodos del Hermano
mayor para reconducir su conducta. Mira que le han dado al hombre, hasta
debajo de las orejas. En las tertulias lo han llamado de todo, y los
espectadores, felices, disfrutando del festival. ¿Y ahora qué? Pues a ver si
aprendemos la lección. Todos. Sin embargo yo, por si acaso, y hasta que haya
transparencia máxima, lo digo así, señores diputados, senadores, vividores, el
follar se va a acabar con cargo a los ciudadanos, que cada uno se sufrague sus
polvos. Y ahora, ayúdame, Pedro, límpiame esta boca tan sucia que tengo y
méteme por la vereda antes de que me líe a ostias.
El farsante José Antonio Monago con lagrimitas en los ojos flanqueado por los cínicos profesionales Carlos Floriano, izquierda, y Javier Arenas. Ahí, en la convención del PP en Extremadura para hablar del buen gobierno -vaya casualidades-, el presidente extremeño se hizo la víctima, prometiendo que devolvería el dinero, luego cambió la versión, luego la volvió a cambiar, luego engañó diciendo que sus viajes los pagaba él -según Público.es pagó con su Visa los de su novia-, y así hasta el vómito... Fuera, esta chusma, fuera... |
La guinda
Cocinero bocazas
Faltones hay en
todas partes. Carlos Medina, el
concursante valenciano expulsado el miércoles de la segunda temporada de Top Chef -17’3% de audiencia con el
cambio de día- es uno de ellos. No sólo tuvo mal perder sino que, en un exceso
de patética soberbia a la hora de la despedida, mostró su cara más
desagradable. Dio un portazo con el lema de los niñatos que se creen divinos,
nunca cambiaré, dijo. Pues muy bien. Y a mí qué.
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