Trampolines
La
guerra por el agua es desde que el mundo es mundo una guerra a vida o muerte, y
así será hasta que esto aguante. Puedes vivir sin comerte un lomo de merluza,
pero a ver qué celebridad de pasarela, peluquería, o profesional del concurso
sobrevive sin agua escalando dunas en Marruecos. En Cuatro, en Expedición imposible, vemos lo que vale
un sorbito de agua cuando la conmoción de los 45º te achicharra la entraña.
Otra cosa es la supina estulticia de algunas participantes, que pensaban que
las arenas del desierto serían algo así como una extensión glamurosa de las
playas de Ibiza. Y otra más. Nos hemos quedado con las ganas de que la silicona
de Leticia Sabater, a punto de
hervir, estallara bajo la hamada para asombro de nativos y jolgorio de
espectadores. A lo que vamos. El agua es la vida. En Telecinco lo saben. En Antena
3 también. Por eso ya están de uñas a ver quién se tira antes a la piscina.
Literal. Las dos preparan programas con celebridades en bañador.
En su cuenta de
Twitter escribió el intelectual distante, el relamido chistoso, ese al que Felipe de Borbón consulta para ver cómo
va España, que le ofrecieron ser uno de los famosos para tirarse a la piscina,
pero Pedro Ruiz, tan tiquismiquis,
respondió que lo haría si con él concursaran Paolo Vasile, Ana Rosa
y, lo más enigmático, el mismísimo Rajoy.
No estaría mal el conjunto. Pero no lo harán. En su despacho, el que trasiega
basura pensando en los otros sabe manejarse, pero fuera de él, también sabe que
esa porquería le puede ensuciar la cara. Fuera del plató, la que gestiona la
basura del jefe es vulnerable. El único que le sacaría rédito al trampolín es
Rajoy, que sabría quiénes de los suyos le preparan la piscina con o sin agua,
que es la vida. O la muerte.
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