El agujero
Entré con urgencia a la primera puerta que estaba
abierta, y bajándome el pantalón me senté para descargar el retortijón que
anudaba mis tripas. El bombazo sonó con eco en aquel servicio público de olores
nauseabundos y trasiego incesante de transeúntes anónimos. Más aliviado fui
leyendo las frases escritas en la puerta con mensajes de chicos que dejaban sus
teléfonos por si querías un servicio completo, de viejos sin dentadura que
limitaban la edad del destinatario de su magisterio, de 18 a 30 años,
abstenerse locas y viejas, que para eso estoy yo, de avisos para el rearme
moral de los auténticos patriotas dispuestos a cargarse a tanto maricón suelto,
mensajes a veces con la tinta diluida por chorretones de una pasta densa,
amarillenta, que descendía en línea recta hasta formar una perla diminuta que
testificaba el momento de placer estampado en la madera cochambrosa. Y entonces
me di cuenta. En la pared de la derecha, a la altura de mis ojos, lo que en un
principio me pareció una mancha negra, era en realidad un agujero hecho en el
tabique contiguo, y una boca abierta con unos labios rojos, como un coño
impúber, me invitaba a entrar. Y lo hice. Me levanté. Coloqué mi caciquil deseo
en el agujero notando cómo aquella boca desconocida me sorbía tragándose el
rabo una y otra vez, que si al principio estaba cohibido, nervioso ante una
situación inesperada, revivió en dos chupadas maestras sacándome en unas
cuantas mamadas hasta el último caldo de mis entrañas.
-Quién eres?, pregunté en un susurro, pero nadie
respondió al otro lado del insalubre tabique.
Me vestí rápido, salí del váter y abrí la puerta
contigua, pero sólo vi en el suelo un charquito blancuzco entre orines y restos
de papel manchado.
Siempre admiré tu forma de narrar las cosas, siempre fue literatura desde la amable y romántica narración históricas hasta la más delicada en tus entrevistas pasando por la vulgar y extraordinaria historia erótica. Lo tuyo es esto, dejarnos ver a través de tu narración las situaciones del género erótico que, para lujo de quienes te leemos, invadirán este blog. Felicidades
ResponderEliminarÁngela
Gracias, Ángela, eres un sol. Te agradezco que destaques el valor literario -en realidad es lo primero que me importa- cuando escribo, aunque sean historias de sordidez humana. Esta serie nació como un divertimento. Y quería compartirlo con vosotros. Espero que os vaya gustando. Un beso.
EliminarQue ganas de leer cosas interesantes y reales..como siempre me haces disfrutar.......
EliminarMe alegro. Esa es la idea. Escritos para la comunidad. Para disfrutar un poquito, y la lectura es uno de los grandes placeres.
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