Fuga
de cerebros
El primer día de
emisión hizo unos datos de audiencia sorprendentes. No porque José Mota no pueda hacerlos, que
siempre los hizo en La 1, sino por hacerlos en Telecinco, y compitiendo con Cuéntame, un poco más tocado, pero el
rey del jueves, con permiso de Juan
Carlos de Borbón, que anda el hombre con la corona fastidiada. Fichar a
Mota fue una extravagancia de Paolo
Vasile. Casi una chulería. Su gran charcutería trasiega con productos de
baja calidad, muy rentables, sí, pero que no pasan el control mínimo de
comensales con el gusto acostumbrado a platos con diversidad nutricional.
Telecinco es lo que es, y da lo que su público consume. Es su negocio. La
segunda entrega de La noche de José Mota
perdió 3 puntos de audiencia. No alcanzó los tres millones. No es mal dato, tal
como está la feria. ¿Se puede sacar conclusiones?
Se puede. Si los
del PP son capaces de explicar un día una cosa sobre su empleado Luis Bárcenas y al siguiente, con la
misma convicción, lo contrario, estamos en condiciones de sacar las nuestras
sobre este asunto, tan menor. La audiencia de Telecinco está hasta la nuca de
programas de humor. Visto desde fuera, con mirada infiel, toda su parrilla es
una humorada. José Mota se disfraza de Rubalcaba,
de Mercedes Milá, de Garci, y hasta consigue parecer más
serio que el cómico Íker Jiménez. Es
cierto. Pero competir con la propia cadena y sus humoristas es más duro que
hacerlo contra Ana Duato e Imanol Arias. A ver cómo superas la
visita de Yola Berrocal a un establo
de la cadena diciendo que se va de España y que su caso es otro más “de la fuga
de cerebros” en este país. Tiembla Rajoy,
se nos van los mejores. Tiembla, Mota. Supérala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario