Valencia y TVE
(Artículo publicado el jueves, 17 de mayo, en diarios del grupo EPI PRESS)
No es conocida,
es decir, famosa. Arantxa Torres
era, hasta que la humillación del que se cree impune rebosó el vaso de la
dignidad, una perfecta desconocida que se dijo que ya estaba bien, que hasta
aquí he llegado, que esta televisión pública está enferma, que hay que extirpar
el mal, que conmigo no cuenten, que dimito, que dejo de editar informaciones
que no son veraces porque no son completas porque alguien, el servil de turno,
decide que el ciudadano no debe de saber aquello que pueda hacer pupa a quien,
confundido como un trompo en un colegio, cree que la tele pública está para
eso, para servirle. Seguro que saben de qué hablo, pero también yo quiero
unirme al valiente destacado que merece Arantxa. Y el jefe de informativos del
mismo centro, Enrique Pallás, que
hace unas horas ha sumado su dimisión por la misma, dolorosa causa.
A raíz de la
visita del marciano Mariano Rajoy a
Alicante, Carmen Martínez Castro, secretaria de Estado de Comunicación, soltó
el ya famoso “qué ganas de hacerles un corte de mangas de cojones –a los
pensionistas- y decirles, os jodéis”. Como es lógico ese exabrupto de alguien
tan cercano al Gobierno es más que noticia, y como tal el centro de TVE en
Valencia, en donde Arantxa y Enrique trabajan, lo debería de haber emitido.
Pero ni la dirección valenciana ni la madrileña consintieron lo que sí se
escuchó en otros canales, cosa obvia. La editora y el jefe de informativos han
dimitido. Por dignidad. Quien no ha dimitido es la secretaria de Comunicación
ni nadie de la dirección de RTVE, ni en Valencia ni en Madrid, que siguen en
sus puestos viendo cómo el castillo se les hunde. Cada día un poco más.
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