Puchi y Rajoy
(Artículo publicado el jueves, 10 de mayo, en diarios del grupo EPI PRESS)
Lo decía la otra
mañana Ana Rosa Quintana, experta en
diversos asuntos de capital importancia. Es una eminencia en el submundo de los
Supervivientes, incluso entrando en
matices que podrían elevarla a la categoría de sabia sin rival, capaz de
matizar si es verdad que Francisco
“es un mentiroso compulsivo” tal como dijo de él su hermano, o es sólo una
guerra familiar, y de advertir en una de las grotescas muecas de la sardesca Sofía Suescun si la pájara acaba de
echar un quiqui o sólo se rasca la lenteja. Y es una eminencia en otros
submundos como el de la política, y si hablamos de Carles Pugdemont a ese submundo estamos abocados. Digo que el otro
día decía la catedrática en mundos contrapuestos que a Puchi habría que hacerle
presidente, pero ya, aunque sólo fuera por aburrimiento. Yo también lo creo.
En paralelo,
porque la realidad es más maravillosa que la realidad escrita y dirigida de los
llamados “realities”, hace unos días vimos la bonita y estrambótica imagen de
don Marianico el Corto Rajoy, al que sus asesores, con mala
leche como demostró su jefa de comunicación, Carmen Martínez –os jodéis, les dijo a los pensionistas, escupitajo
que TVE censuró- lo soltaron en un mercado de abastos de Logroño, en La Rioja.
Sólo a un tragaldabas como al presidente español se le ocurre preguntar si los
aguacates de la frutería de Pepe son de allí, de la tierra. La madre que lo
parió. Sólo un jeta como Puchi es capaz de tener, en connivencia con
aborregados de la sopa boba que cobran de nuestros dineros, a un país en jaque.
Y sólo un melón como Rajoy es capaz de preguntar por los aguacates de Logroño.
Madre mía, qué habremos hecho. ¿Quizá votarlos?
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