TV3, el cortijo
(Artículo publicado el domingo, 20 de mayo, en diarios del grupo EPI PRESS)
Es tan obvio que
ni siquiera hace falta que lo diga un grande del periodismo como Iñaki Gabilondo. Pero se da con tanta
algarabía que en la España de hoy hay que volver a lo obvio con una saña que no
puede ni debe decaer. Los políticos creen, dice Gabilondo - el 24 regresa a #0
con Cuando ya no esté. El mundo dentro de
25 años-, que con las elecciones les regalan una televisión pública.
Creencia tan disparatada es tan evidente y tan real y tan corpórea y tan dolorosa
que mires a donde mires, no hay televisión pública que se salve de las garras
del partido ganador de turno, que de forma automática, como si con los votos
recibidos hubiera una cajita de regalo que dice que esta tele es suya, ahí hay
un partido y un gobierno poniendo sus sucias manos sobre el canal. Lo de TVE es
una hoguera que se alimenta de manipulación, dependencia y falta de libertad.
Casi toda la plantilla, y parte de una audiencia perpleja, está en guerra.
Pero hete aquí
que llega el nuevo presidente catalán, Quim
Torra -¿familia de Kim Jong Un, King África, o King Kong?- y el mismo
día de su toma de posesión, sin darle vueltas, sin pensarlo, o meditado al
milímetro, ordena, y se queda tan pancho, que a la toma de posesión no podrá
asistir ninguna tele, catalana o nacional, que no sea la suya, perdón, TV3, la
pública. Y que si otras quieren la señal del acto, que se la pidan a sus
empleados, perdón, a la dirección de TV3. Y así fue. Dentro de la sala no hubo
más tele que la tele del partido gobernante. Leído así, sin entrecomillado ni
pamplinas, parece que tenga que ser así, que lo obvio es que sea así. Pero no.
Las teles públicas no son el cortijo de ningún partido, aunque crean que con
los votos uno de los regalos es la tele.
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