sábado, 12 de mayo de 2018

Maldeojos. La reina gitana


La reina gitana
(Artículo publicado el domingo, 6 de mayo, en diarios del grupo EPI PRESS)

     Ni Ana Rosa Quintana ni Susanna Griso ni leches como reinas de la mañana, ni Sofía ni Letizia como reinas de corona o diademas diamantinas, sobre todo ni Letizia, la reina más estirada del firmamento, leñe, qué mujer, que parece que anda con una vara metida por abajo y anda así, como las garzas cuando se ponen estupendas y estiran el pescuezo, como las muñecas cuando las maquillan como fantoches, como las operadas en exceso cuando les dejan una expresión de ojos abiertos y un gesto que parece el de alguien que lo escruta todo con mucho interés pero sólo es el gesto de alguien espantado que causa espanto al mismo tiempo. Ninguna de ellas es tan reina como él, Cristo Contreras, la reina gitana. O te fascina o te repele. O las dos cosas. Vayamos por partes. En Cuatro, que ya saben que ha comprado todas las papeletas que en el mundo hay y se ha hecho con la exclusiva del mundo friqui hay una cosa que se llama Los gypsy king, los reyes gitanos. Es un programa de exhibición. Podría estar dedicado al mundo canino, a la exhibición de gatos de angora o de camaleones que hablan idiomas, al de las mariposas de alas gigantes, al mundo de los enterradores, al de los fareros repartidos por las esquinas marítimas de la patria, incluso al mundo de los políticos del PP que aún no están imputados, investigados, cesados, corrompidos, que no han mangoneado, que son bichos raros, friquis del Partido Popular que mantienen su decencia, su honradez, pero no, Cuatro ha montado Los gypsy kings como una barraca de feria para exhibir no el mundo gitano sino a unas cuantas familias gitanas dispuestas a darlo todo, a demostrar que por la audiencia y el espectáculo no se puede ser remilgado, y que si dices sí, dices sí con todas las consecuencias. Hace nada empezó la cuarta temporada siguiendo el mismo esquema de las anteriores. Es decir, elegidas cuatro familias –Las Salazar, los Jiménez, con La Rebe como estrella catatónica, Los Fernández, y el mentado Cristo- se les somete a un durísimo guión que han de interpretar como si no fuese un guión. Y sí, hay auténticos artistas de la extravagancia cómico dramática.

Sádicos interioristas
     Cada familia, cada protagonista, tiene una meta que cumplir. Las Salazar, madre e hija, sobre todo Noemí Salazar, son las reinas del brillo, brillo por aquí, brillo por allí, tanto que hasta se quedan prendadas con el “brilli váter”, una antihigiénica horterada que consiste en tapar la tapa del retrete con tela cuajadita de lentejuelas o hilos brillantes, fulgores de glamur macarra que fascina a estas divertidas y patéticas damas que van soltando astracanadas de muncha enjundia para alcanzar su sueño, abrir tienda con sus creaciones “brilli chonis”. Los Fernández Navarro, de Palma, han descubierto que por su sangre también corre el arte, y para que no queda duda ya corre el dicho, “Joaquín el prestamista quiere ser artista”. Y los guionistas someten a la conca, zangolotinos de barrigas prominentes y aspecto atocinado,  a un aprendizaje atrabiliario de trucos de una magia hilarante, suficiente para que el cabeza de la manada diga que se va a Japón a lanzarse a la fama. Luego están Los Jiménez, es decir, la familia de la Rebe de Plasencia y su amor prohibido, palabra que se alza como cebo en esta farsa absurda donde la chica de ego desmadrado, Rebeca Jiménez, pone caras, hace muecas, suelta sus caprichos y su enciclopédica ignorancia, y todo porque la nena ha conocido a un gitano que le hace tilín a espaldas del calzonazos de su papa, que le dice que jamás lo volverá a ver, un teatrillo lamentable que huele a sobreactuación bufa. Los reyes del lujo, los reyes del mercadillo, los reyes del brillo gitano, y Cristo Contreras, la reina gitana, la reina del glamur, la auténtica estrella, un espantajo juncal que suelta frases que podrían derribar las murallas de cualquier Jericó actual. Antes de hacer un resumen de las perlas que esta peña excreta como mejor puede para pasar la exigencia del director del programa he de hacer mención a las viviendas de estas familias. Doradas, doradas y brillantes, un sofoco que a mí me produciría ahogo, urticaria, malestar general, decoraciones no recargadas sino irrespirables, rococó, vamos, una provocación de interioristas gamberros desatados con su puntito de sadismo.

Preysler, el producto
     Ya sé que la audiencia de Los gypsy king busca justo lo que le da el programa, y que la mayoría sabe que todo es una farsa con algo de realidad, que son gitanos pero no son gitanos reales, que son monos de feria, que hablan con el culo, que demuestran una incultura sebosa, paleta, que son de un machismo asfixiante, cavernícolas satisfechos, un producto para consumir sin marearse mucho, sin darle tanto bombo a la parte oscura como hago yo aquí en vez de destacar la parte divertida, que la tiene, objetivo de este producto extravagante y radical. Así que hala, tiremos los prejuicios por la ventana, me pongo en modo “venga, haz conmigo lo que quieras” y me dejo llevar. Nadie mejor que Cristo Contreras, el joven que parece una aguja, que mueve las manos como si tuviera aspas, que cruza los pies cuando habla, que no para de tocarse el pelo, que tiene cejas de muñeca, y que reúne a sus fieles –un sobrino con más pluma que él, otro pelanas que aúlla por todo y se llama Pipi, y Enri, tía de la estrella gitana- para decirles que quiere ser, sacando una foto de ella, como Isabel Preysler. A la de Porcelanosa es de esperar que no le llegue esta vaharada barriobajera descacharrante porque se le cae el bótox a los tobillos. Cristo quiere ser como Preysler, como Victoria Beckham, y como tantas otras que lo inspiran, un producto. Palmas y grititos de la concurrencia.  Pero de los momentos estelares de Cristo, la reina gitana, me quedo con la fiesta de su cumple, con tiazos marcando paquete en la enorme limusina rosa. Cuando yo lo vi desnudo dije tierra, trágame y escúpeme en Cancún, dijo Cristo en un revoloteo de manos y palmadas en los muslos para jolgorio de los amigos que, pagado por la producción del programa e inventado por los guionistas, siguieron las directrices del teatrillo.

La guinda
Leti y el PP
El huevón Mariano Rajoy no levanta cabeza. A lo de Cifuentes –Olay adiós, ardían las redes- se le ha sumado ahora una noticia que seguro que le quita el sueño. Como el planeta sabe, Leticia Sabater aseguró hace tiempo que era la artista del PP. Pues bien, en el programa basura Socialité –Telecinco- ha dicho que ya no es del PP sino cada vez “más socialista”. Válgame. Lo que le faltaba a Pedro Sánchez.


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