No
me llames zorra
(Artículo publicado el domingo, 21 de enero, en diarios del grupo EPI PRESS)
Se indigna mucho
María Patiño, con la forma de
indignarse que tiene ella, es decir, con los labios apretados, las cejas arqueadas
para dibujar una mirada de furia que ni el furioso Donald Trump puede superar, cuando le dice a María Lapiedra que no la llame zorra por hacer su trabajo. Para los
no iniciados, Lapiedra fue estrella del porno para adultos enganchados a las
“guarreridas” –bendito Chiquito- y ahora es estrella de otro porno ocupando
una silla de Sálvame, una de las
últimas salas X que aún quedan en este país. Junto a Gustavo González, periodista del mundo rosa, seminal y percudido,
han vivido al margen de sus parejas y de su familia una historia de amor que
ahora venden por entregas en Telecinco. Por lo pronto, para resumir, María
Lapiedra, a la que siempre sacan como a una Lidia Lozano moqueando y lloriqueando, ha conseguido un contrato de
colaboradora en la cama redonda que regenta Jorge Javier. Paréntesis. Ojo, Jorgeja. Que el listillo Carlos Sobera, ceja para aquí, ceja
para allá, te está comiendo el terreno y ya acumula tantos encargos que
acabarán poniéndole cama en los pasillos de la factoría porque no le dará
tiempo de ir a su casa a cambiarse de calzoncillos, que entre First dates, lo de los nenes de Big Little Show, algunos especiales, y
ahora Volverte a ver, la eterna Hay una carta para ti, don Carlos acaba
comiéndote por patas. Cierro paréntesis. Vuelvo al enfado de Patiño, que
aseguró que si hubiera sido al revés, o sea, llamar zorra a la otra, a la
otrora estrella del porno, “se me hubiera machacado”. Y lleva razón. Es como
hacer sangre del árbol caído si llamamos inepto al inepto director general de
la DGT, don Gregorio Serrano,
capillita, taurino y rancio sevillano que lame el piso que pisa su mentor, Juan Ignacio Zoido, el de Interior, otro
sevillano de capilla y hermandad, según escucho a Dani Mateo en El intermedio.
Serrano no tenía ni idea –ni puta idea, siendo justos- ni de carreteras ni de
tráfico, y qué. Pero sabe cómo ponerse tieso y elegante ante un cristo
ensartado y beber rebujitos y hasta dar
unos pasos de sevillanas sin mariconadas. Rojo, llámame meapilas, pero en la
DGT se vive como dios, le dirá el alto mando a Dani Mateo y a toda su casta.
Ana
Rosa y Oprah
Es la versión
menos agresiva, es decir, el dame pan y llámame tonto de toda la vida. Llámame
imputada y dame prebendas, dice sin decir la senadora cartagenera del PP Pilar Barreiro, a la que el Tribunal
Supremo abre causa por delitos de falsificación de documentos y fraude. Ella lo
era todo como alcaldesa de Cartagena y mírala, en su silloncito de senadora
tocándose el mango. Y tan feliz. Las
Campos están en esa línea, llámame cateta y dame guita. Hacía tiempo que
decadencia tan abultada no se veía en la tele viniendo de alguien que reinó
como una de las grandes y hoy ahí está, hecha una madre coraje para sacar
adelante a su parva, que si no fuera por la generala, a ver, a ver de qué. Yo
creo, con la misma convicción que Jenaro
Castro cree, Informe semanal, La
1, que lo está haciendo bien con el PP, que Maritere Campos es consciente del ridículo que hacen en su
programa, de la innecesaria exposición de una intimidad que no es tal sino que
está sometida al albur de unos guionistas despiadados que las humillan por un
puñado de euros. Llámame de todo pero mantén a mis nenas, y a mí misma, en ese
candelabro del que, en otra situación, yo misma echaría la pota. Ay,
la papada sebosa de Carmen Borrego
rebanada por la faca del cirujano, ay, el perrito caliente y el chulo de
mentira que acosaba a Terelu Campos,
ay, la casita de la faraona con sus alfombras caras y sus dorados horteras. Ay,
cuánto drama en ese chisporroteo tan mariquita de Las Campos. Y ya puestos a reírnos hasta de la suegra, ¿se imaginan
a Ana Rosa Quintana dispuesta a saltar
del plató donde reina como una mari ilustrada a gobernarnos, imitando a Oprah Winfrey, que por mucho que haya
desmentido que no quiere ser presidenta de EEUU el hecho de imaginar un mundo
sin el Atila Trump despierta el
entusiasmo planetario, igual que la nuestra despertaría los chascarrillos más
crueles a pesar del rechazo a Rajoy,
que actúa como el que dice llámame lelo, pero sigue votándome?
Y Celia, la loba
Llámame
alucinado y dame más horas de la nave del misterio, dice Íker Jíménez sin poder contener la carcajada. O, volviendo a Volverte a ver, lo de Sobera, llámame lo
que quieras, incluso zorra, qué quieres que te diga, pero nómbrame reportero/a
del programa. ¿Se imaginan a Rocío
Jurado soñando a lo grande, como cuando cantaba, no cuando se ponía pava y
cursi, que su hija Gloria Camila
sería reportera sin pasar por universidad alguna? Pues lo ha conseguido. Gloria
Camila, junto al terrible cuadro de nombres residuales nacidos en las perreras
de la tele como Abraham García –uno
de Gandía Shore, formato que
abochorna sin matices-, Sofía Cristo,
otra hija de, absurda y desechable, y el valenciano Guillermo Martín, que pelea y pelea para alcanzar la fama, aunque
sea mediocre, devaluada y pasajera, son los reporteros de Volverte a ver. María Patiño decía no me llames zorra, que no me lo
merezco. Hay gentecilla que ruega lo contrario. Llámame lo que quieras, aunque
sea zorra, pero dame “argo”. ¿Quién es Gloria Camila, leche? A mi casa llega la
Gloria Camila esta o el Abraham ese con una carta en la mano preguntándome si
quiero acudir al plató con Carlos Sobera y les doy un portazo que se les quita
la tontería. Venga hombre, ya está bien. Vamos, Manolo, coño, no eres más tonto
porque no te entrenas, le decía Celia
Villalobos a su chófer. La loba de Málaga pide paso para hablar de
pensiones en Los desayunos de La 1,
su casa. Que dice que hay pensionistas que llevan más tiempo cobrando que
trabajando –la tipa se embolsa cerca de 6.000 euros al mes-. Seguro que usted
sabe cómo llamarla. Le aseguro que yo también, pero me callo.
La guinda
Casados,
o no
La semana pasada
regresó a Antena 3 otra temporada de Casados
a primera vista. La entrega de este jueves ha subido dos puntos, rozando
casi el 14% de audiencia. No está mal para este formato de citas a ciegas que
pueden, o no, acabar en matrimonio. Visto lo que hay que ver encajaría muy bien
en Cuatro, especialista en este tipo de ofertas. Me sigo preguntando por qué
hay gente dispuesta a exhibir su intimidad de esta forma.
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