Trasvases
(Artículo publicado el sábado, 30 de diciembre, en diarios del grupo EPI PRESS)
Hasta no hace
tanto había actores y actrices, grandes actores y grandes actrices, que en sus
entretelas, en la masa de su sangre, en la forma de entender su arte, hablaban
como si miraran por encima del hombro a aquel o aquella que hiciera televisión
–yo he tenido que hacer de todo, malo, bueno, y regular, y cuando me llegaba un
guión soñaba con que fuese bueno, porque si hubiera sido malo también lo
hubiera aceptado, me decía una tarde la gran Pilar Bardem cuando preparábamos su libro biográfico-. Esa especie
de altivo desprecio por la tele de la gente del cine o el teatro no sólo ha
pasado sino que ya no hay actores y actrices que compartimenten su arte en
función del medio. Es más, hoy lo normal es saltar de un escenario al set de
grabación de una serie o al plató de una peli. Y da mucho gusto. Da mucho gusto
ver un día en la pantalla chica a Eusebio
Poncela –el capo Joao Ferreira de El
accidente, Telecinco- y al siguiente como la Bernarda Alba de Federico –versión dirigida por Carlota Ferrer-.
Da mucho gusto
ver hoy en casa al joven y más que prometedor actor murciano Jaime Lorente –el Denver de la
impresionante La casa de papel, que
acaba de emitir Antena 3- y al siguiente subido al escenario como Adela, una de
las hijas de Bernarda. No hace mucho vi en Loja –ha muerto el poeta de allí Juan de Loxa, con quien tanto quería-
la obra El plan, de Ignasi Vidal, a teatro lleno-. Uno de
sus protagonistas hace cada día de camarero en el El asturiano de Amar en tiempos revueltos, Manuel Baqueiro. La avispa Anna Castillo, eléctrica y tierna, es
la Susana de Estoy vivo, La 1, pero
también está en el teatro, en el cine. Son trasvases saludables, necesarios.
Importa cómo, no dónde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario