miércoles, 24 de enero de 2018

Maldeojos. La peste



La peste
(Artículo publicado el jueves, 18 de enero, en diarios del grupo EPI PRESS)

     La peste plaga y la peste hedor. Y La peste, serie que se puede ver en #0 de Movistar. Qué gran serie, qué peste más buena la de La peste. Recomiendo a quien lea este pieza que vea La peste de noche, porque de día habría exceso de luz ambiente, y ese derroche acabaría comiéndose la luz que sale de la pantalla porque el equipo de La peste se planta en el siglo XVI, y allí, hay que recordarlo, no había luz eléctrica. Sofoca ese tenebrismo, esa luz de Caravaggio, sofocan esos rostros dorados por las velas, sofoca una Sevilla que parece bella en los planos generales, con su río y sus naves varadas, con la línea del cielo donde resalta la torre de la Giralda, pero que cuando el plano se acorta y baja al suelo, retrata el pozo inmundo donde se desarrolla la vida, dura si eres pobre. Barro, ratas, bubones, cadáveres, harapos, hambre, miseria, putas, corrupción, la religión como tormento y terror, la opulencia de los ricos, las sedas y carruajes, la buena comida, contrastes que se beben en la pantalla a sorbitos –¿sólo yo he tenido problemas para entender bien los diálogos?-.

     La historia se articula en torno a Mateo –brillante Pablo Molinero- que para escapar de las garras del Santo Oficio, lo persigue por ateo, ha de resolver una serie de crímenes en una Sevilla que es el centro del mundo pero ya advierte su patética decadencia. Paco León, Paco Tous, el joven Sergio Castellanos, o Manolo Solo completan un reparto que parece haber crecido en aquella ciudad tan terrible como hermosa, todos dirigidos por Alberto Rodríguez. ¿No hay mujeres aquí? La peste retrata el lugar que ocupaba la mujer en aquellos siglos, puta, calladita, invisible, o dócil esposa. Muy aconsejable.


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