Los reyes del barrio
(Artículo publicado el jueves, 25 de enero, en diarios del grupo EPI PRESS)
El Raval, La
Moraleja, las 613, y el barrio madrileño de Salamanca, cuatro formas de ver y afrontar
la vida de Los Raval Queen, Las Moralejas Girls, Los Burjassot Flow, y Los
Salamanca Style, que viven en esos micromundos tan distintos pero que la gracia
de la tele unifica y ahorma. Veo las
peripecias del primer grupo, los del Raval catalán, formado por una chica que
habla a voces, siempre histérica, a su amigo, que habla de sí mismo en
femenino, un gitano criado por payos con mucho revuelo de manos y un alarde de
chabacanería que encaja muy bien con la propuesta del programa. Luego dan un
salto a Madrid, al barrio de Salamanca, para presentarnos a la otra conca, que
lidera a golpe de pluma, histeria, sin gracia y mucho dinero gracias a la
fortuna de los padres un tal Javi,
que sueña con ser una estrella diseñando calzado.
Hablo de Los reyes del barrio, el nuevo viejo
programa de Cuatro. Y prometo por lo que pueda quedar de mi honor después de
ver semejante cascarria que es agotador. Ya sé que un programa así no está
hecho para mí, lo sé, no soy el tipo de audiencia al que va dirigida semejante
bolsa de basura. Pero podría interesarme algo, un poquito, aunque sólo fuera
por saber lo que piensan esas criaturas, pero no. Todo es teatro, guión, el
delirio de un puñado de jóvenes con ansia de fama cutre, con egos muy enfermos,
chicos y chicas que tienen miles de seguidores en redes sociales y cuyo estilo
de vida, y sus consejos, tienen capacidad de influir en otros. Pues con su pan
se lo coman. Me horroriza lo visto. ¿Hay que verlo como un divertimento,
tratando de echar unas risas con sus ocurrencias? Pues vale, ya me he reído. Y
estoy agotado.
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