Diana Quer
(Artículo publicado el jueves, 4 de enero de 2018, en diarios del grupo EPI PRESS)
En una calle de
Boiro, A Coruña, una chica caminaba en la noche cabizbaja mirando su móvil.
Cerca, agazapado en la oscuridad, en su coche, el depredador, hoy sabemos que José Enrique Abuín, preparado para
cazar. Al final dio alcance a su víctima. Le pidió su teléfono, pero la chica
se negó enfrentándose a él. El depredador parece que se retiró, aunque se dio
cuenta de que la chica se había fijado en la matrícula de su coche, y sin
pensarlo volvió de nuevo, la amenazó y la obligó a empujones a meterse en el
maletero, pero ella, con una pierna fuera, empezó a gritar al ver en la
distancia a varios chicos. El tipo entró en pánico, arrancó el coche, y la
chica logró saltar. Al denunciar los hechos, la Guardia Civil lo tuvo claro. En
la desaparición de la madrileña Diana
Quer en Boiro hace 500 días tuvo mucho que ver el ya mentado, y sospechoso,
José Enrique.
Quien cuenta con
más o menos exactitud lo anterior, con poderío de narrador curtido, es Francisco Javier Jambrina, jefe de la Comandancia
de la Guardia Civil de A Coruña, que aparece junto al coronel de la UCO Manuel Sánchez Corbí, que amplia,
matiza y, lo que en esta pieza interesa más, le saca los colores a los medios
de comunicación por el tratamiento de la desaparición de Diana en agosto de
2016. Y lleva razón. Recuerdo la machaconería en magacines y telediarios, las
exclusivas en la sección de sucesos, falsas como las trolas de Íker Jiménez, las turbias
investigaciones sobre la vida privada de Diana y su familia, recuerdo la mierda
llenando horas de televisión hasta manchar la pantalla y la dignidad. El hallazgo
del cuerpo reverdeció el periodismo más amarillo. A la pobre Diana la han
convertido en un tema, un género, una vergüenza mediática.
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