Gasta, consume, ¿y sé feliz?
(Artículo publicado el domingo, 7 de enero, en diarios del grupo EPI PRESS)
Lo digo sin
titubeos. Llegas todo loco haciéndote el interesante, enseñándome a lo lejos el
paquetito envuelto en papel brillante con su moña dorada, me lo entregas con
arrobo y con la certeza de que has dado en la diana, desgarro el papel, llego al
regalo, y veo que se trata del perfume de La
Voz, con sus cuatro modalidades “porque no todos tenemos las mismas
necesidades y no todos somos iguales”, y te tiro el frasco negro, el plata, o
el azul en todo el morro, en serio te lo digo, ni se te ocurra. Te lo estampo
donde duele siempre, en la dignidad. Sólo me faltaba abrir la mochila, y al
sacar los pañuelos de celulosa, que alguien viera el perfume de La Voz, que por si faltara algún detalle
de cursilería rural, tipo Las Campos
–vulgar, feo, cateto y antiguo, sentenció la diva y recauchutada Carmen Lomana- van y lo diseñan en
forma de micrófono, en serio. Lo vende Telecinco. Lo digo para que entendamos
la dimensión del mal gusto. La verdad es que llevamos más de un mes en manos de
publicistas sin escrúpulos al servicio del dios dinero, que reina en el paraíso
de nuestra sociedad, que es consumista o no es. Ni navidad ni leches, consumo.
El niño Jesús no nació en Belén para darle una entrada mágica a la Biblia ni
para que algunos pintores como fra Angélico
o Leonardo da Vinci crearan sus
anunciaciones sino para que las empresas del Ibex y aspirantes a esa cumbre del
manejo planetario hicieran palmas con las orejas en llegando estas “fiestas tan
señaladas” que ya acaban. ¿Vieron el anuncio en el que sacan a un editor frente
a Miguel de Cervantes diciéndole que
es imposible publicar algo que tiene 1424 páginas, y que podría traerle algo de
poesía como ese, el del cuadro, Góngora,
un crack? Bah, responde Cervantes, Góngora es muy comercial. Es el anuncio de
la Lotería de El Niño. A los publicistas a veces se les va la olla, pero
también saben cómo somos, incluso más de lo que creemos. Eso sí, en otras
ocasiones parece claro que tú no eres el destinatario de lo anunciado porque en
cuanto ves cómo lo venden saltan todas las alarmas.
Carmina
y Carmena
Me pasa con el
anuncio de no sé qué aplicación que te permite pagar lo que quieras con el
móvil. Me está cayendo gorda Carmina
Barrios, la madre de Paco León,
desde que sale en pantalla anunciando esa aplicación rodeada de tonos rosas,
con sus gafas de sol y su pañuelo de ir a segar, hablando con ese arrastrado
andaluz de pandereta, necesario, imprescindible para empacar el contraste entre
la modernidad y el avance de lo que se vende y el atraso e incultura de esta
señora que parece interpretarse siempre a sí misma. Una mari disfrazada para la
ocasión en tonos rosas, por supuesto muy mariquitas, por si faltara algo en la
viñeta. Creo que dirige la serie de anuncios Eduardo Casanova –hizo de loca, mariquita repelente, en Aída-. Y en verdad que le da un toque
maripili a la cosa que te cagas. Hasta Vicente
Vallés emitió el otro día una pieza en su informativo de Antena 3 donde se
habló de las estrategias de los publicistas para convencernos de que comprando
lo que anuncian seremos más altos, más guapos, más ricos, y más felices, y no
lo duden, echaremos unos polvos del
carajo. Con la llegada de los Reyes Magos, esa cumbre del derroche y el exceso
juguetero para adiestrar a los críos desde críos para que relacionen felicidad
con tenencia de objetos, el delirio del consumo alcanza niveles de desmadre,
llegando la perversión a considerar raros y malos padres a papás y mamás que no
juegan a ese juego y educan a sus hijos haciéndoles ver que la felicidad es
otra cosa. Son apestados. El dios consumo no los perdona. El sistema se
resiente. La tele es su peor enemigo porque vomita sin cesar una oferta que
aturde. ¿El día 5 terminó todo con la cabalgata de de los reyes, o reinas magas,
como una de las carrozas en Vallecas, que lleva hasta “drag queens”, reavivando
la falsa polémica para dar nuevos estacazos ideológicos a Manuela Carmena? Ni mucho menos. El espectáculo ha de seguir. Y después
de navidad, llegan las Rebajas. Que ya empiezan. De nuevo, gastar, consumir, y
ser felices. La tele de estos días no para de recordarlo.
Marca
España
La publicidad
institucional también tiene su aquél. Aquí el burdo y prosaico interés de la
venta de coches, juguetes, perfumes, lavavajillas, teléfonos, electrodomésticos
o navajas de Albacete se eleva y la pretensión es vender valores –de buen
ciudadano, de conductores responsables, de acabar creyendo que tú también eres
Hacienda, que la ley es igual para todos-, o vender algo tan intangible como la
marca España. Verán. Según me entero, Bertín
Osborne, que empezó el año con tropiezo de audiencia de Mi casa es la tuya con Alaska, Fernando Tejero, y Niña
Pastori y sus mamás, seguro que no tiene problema para gastar, consumir, y
ser feliz, mucho más después de los catorce mil y pico euros, 14. 520 en
concreto, que se embolsó por presentar unos premios de la Diputación de Zamora,
PP, que reconocía el talento de los audaces, de quienes tienen ideas para sacar
adelante su propio negocio, eso que se conoce como emprendedores. A IU le
parece excesivo e inadecuado semejante salario por unas horas de micrófono y,
supongo, comentarios de gañán sin pulir, aunque al PP le parece adecuado porque
“Osborne aportó su marca España para poder hacer visible nuestro talento”.
¿Bertín y marca España? Cualquier anuncio de tomates de El Ejido o melones del
Campo de Cartagena harían más por esa marca tan masacrada por los mismos que
dicen defenderla que un Bertín tragaldabas embolsándose el pastizal que ya
quisieran para sí los talentosos zamoranos ganadores de los premios que entregó
el cantante de rancheras. Es una putada, una guarrada a la sociedad que la
creó, un gesto feo, una hostia mal dada, la noticia que nos ha conmocionado
hace unas horas. Andrea Janeiro Esteban
–Andreíta, cómete el pollo, coño-, no podrá ser marca España por decisión
propia. No quiere ser famosa, salir en la tele. Es lista. No quiere ser un
producto de consumo. Quiere ser feliz.
La guinda
Fracasos
Lo de los Singles XD de Nùria Roca estaba cantado, era previsible, y en esta columna lo
dejé escrito al día siguiente del estreno en Cuatro. Olía a fracaso desde el
minuto uno. La cadena ha reaccionado retirando la ocurrencia –otro de citas-.
Lo de Las Campos, que parecía el no
va más de la horterada que atraería a una clientela abducida, igual. Se estrenó
con bajísima audiencia. Y eso que las señoras hicieron el ridículo a lo grande.
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