Las
reinas y el Moreno
(Artículo publicado el domingo, 19 de enero, en diarios de EPI PRESS)
Le han soplado
dos millones de euros por capítulo al menda lerenda que todavía debe a Hacienda
cerca de cuatro, dato que en sí mismo, según las leyes o lo que quiera que sea
en RTVE, imposibilita a cualquiera para trabajar con la cadena pública, salvo
que seas José Luis Moreno, te pases
las normas y las críticas por el sobaco, y den por válidas ideas que no
pasarían el tranco de la calle en otras cadenas que no son La 1. No sé si ha
visto una serie llamada Reinas. No se
apure. No es la única persona que no la ha visto. Es más, apenas la ve un
millón de criaturas. No va de reinas del espectáculo y el cabaret o de reinonas
de tacón alto, mucho rímel, y paquetazo, no, va de reinas de verdad. Pero
serie, historia, reinas, tele pública, y José Luis Moreno es un sindiós.
¿Prejuicios? Los habidos y por haber en el orbe. A los 23 minutos exactos la
reina Isabel I de Inglaterra ya se
revolcaba en el pajar con el corpiño abierto de par en par, el miriñaque hasta
la cintura, la tiara encasquetada, y el pandero bien atacado por Robert, su consejero,
quien, como hombre que es, “sólo servís para copular, y no todos con el mismo
acierto”. Antes de que terminara el capítulo María Estuardo se lo daba todo a Rizzio, su amante confidente,
aunque la de Inglaterra ya había probado las embestidas de Robert por detrás,
momento cumbre que el guionista aprovecha para hacerle ver que las manchas de
la espalda son viruela. Es verdad que los primeros minutos de Reinas, incluso con todos los prejuicios
por ser vos quien sois, querido Rockefeller, te sorprenden por el abrumador
derroche de suntuoso vestuario, de localizaciones reales, de peinados como
edificios jaspeados con ricas baratijas a modo de pedruscos cegadores, pero en
cuanto te acostumbras y entras en detalles el castillo de naipes es eso, un
castillo de fuegos fatuos y oropeles cegadores cuya huera exhibición no lleva a
ningún sitio.
Más puta que Rita
Hay frases que
sólo una cabeza que entiende el entretenimiento como una cinta sin fin de Noche de fiesta o como una escena de
cama entre Pepa y Avelino puede parir. Y las pare en Reinas. Cito unas cuantas, sin duda brillantes. Si negociaras igual
que fornicas, le dice a Robert Dudley Isabel de Inglaterra, en el contexto de
la permanente rivalidad entre ella y su prima, la reina María Estuardo de
Escocia, yo dominaría el mundo, una frase pomposa, de culebrón, muy del Moreno.
Otra. Los hombres usan la espada como el símbolo de su pene, largo, afilado e
hiriente, y la mayoría de las veces, inútil. Genial. Y otra, también al
consejero, que no acaba de envainarla cuando ya ha de sacársela de nuevo.
Desnúdate, le dice justo cuando se entera de que su prima María Estuardo de
Escocia conspira dejándose engatusar por el amor interesado de Carlos, el hijo
sádico y cruel y enfermizo de Felipe II,
que también forma parte de la trama. Desnúdate, pienso mejor después de
desahogarme. Por si faltara algo hay hasta polvos gay en la corte de Escocia. David
Rizzio, el consejero de María, el guapo Carlos
Camino, se lo monta con Lord Darnley, futuro marido de la reina, Harry Harvis. En Reinas, el que no corre, se corre, perdonen la vulgaridad. Si te
pones memorioso y tiras de obras del autor, don José Luis Moreno, te sale un
referente sin darle muchas vueltas a la chola, Escenas de matrimonio. Quedémonos con él. Lo es todo en Reinas. Menos llevar la corona, lo demás
es obra suya, o sea, la dirección, la producción, el guión. ¿El guión? La gente
que sabe de esto y se fija en esas cosas lo ha destacado. ¿Quién ha escrito el
guión? Nadie. Siendo cosa tan principal, en los créditos no aparece la figura
del guionista. Qué más da, si se va a hacer lo que diga el Moreno, que ya en el
primer capítulo, y como no era plan de sacar a los chulazos en calzoncillos,
sacó un baile con negros medio en cueros que quítame de ahí La alfombra roja palace, otro churro de
nuestro autor vendido a la tele pública, más puta que Rita, que se lo traga
todo.
Coronadas y destronadas
En este ambiente
de viva el lujo y quien lo trujo, y por si faltara algo, Reinas –más de dos millones de euros por capítulo, no lo olvidemos-
no se grabó en español sino en inglés, así que lo que escuchamos es un doblaje ortopédico,
rarito. No es de extrañar, por tanto, que al saltar la liebre de lo que gana el
presidente de RTVE, José Antonio Sánchez,
se entiendan los millones por capítulo de José Luis, toma, Moreno, nada menos
que un 30% más que en 2015, o sea, 200.000 euros, y sin puertas giratorias ni
puñetas, a lo bestia, como la entrada en Red Eléctrica del repeinado, y bien
colocado Arsenio Fernández de Mesa,
ex director de la Guardia Civil, que por una reunión semanal se embolsa unos
150.000 papeles. Así lo ha querido su amiguito Mariano Rajoy, que dio el visto bueno al nombramiento sin que le
temblara la vergüenza. Él puede. Para eso es la reina madre del PP, aclamado
como el líder supremo, como la estrella Orión, como la proa de esa nave
carcomida por el cinismo y la corrupción como forma de vida, pero sabiéndose
impune porque el votante, haga lo que haga esa factoría, sigue apoyándola con
su voto. Si en las Reinas de José
Luis Moreno –la de Inglaterra es Rebecca
Scott, la de Escocia Olivia Chenery,
ambas perfectas desconocidas- sabemos quién gana porque la historia, aunque la
maneje el ventrílocuo, fue lo que fue, en Podemos, también. Si la corona no era
para la reina de la coleta, el mundo se hundiría en un cataclismo de
proporciones bíblicas, así que Pablo
Iglesias el mesías se alzó sobre la multitud, con su mentón adelantado, sus
manos haciendo palmas, y sus labios y su ceño apretados con ese rigor de los
que se saben elegidos por el universo, con una frase de las más graciosas de
los últimos tiempos, unidad y humildad. La repito, unidad y humildad, decía a
los fieles, mientras alzaba chorreante la cabeza de la reinita Íñigo Errejón. Por cierto, las reinas
del Moreno se follan todo lo follable, pero la serie se llama Reinas. Virgen y mártir. Este tío es un
crack. Lo digo en serio.
La guinda
Otro en bolas
Literal. Fernando Tejero, el de “un poquito de por favor”, el mala hostia de
Masterchef de los famosos, el de La que se avecina, y el hombre que salió
del armario y no sólo se quitó algunos complejos de encima sino que le dio por
el gimnasio, he entrado en la
lista de los que para celebrar cualquier chorrada se hacen una foto en cueros y
la cuelgan en internet. El ex pescadero ha enseñado el culo por San Valentín. Así
va la cosa.
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