Pérez de Arteaga
(Artículo publicado el jueves, 9 de febrero, en diarios de EPI PRESS)
Cada 1 de enero,
recién nacido el año, sólo un bebé lleno de expectativas e ilusiones, nos
saludaba la voz de un clásico que siempre habló de los clásicos, José Luis Pérez de Arteaga, en el
Concierto de Año Nuevo en Viena. Este año también lo escuché en La 1 hablando
del director venezolano Gustavo Dudamel,
el más joven que lo ha dirigido. Ayer, escuchando Radio Clásica, de RNE, como
hago muchas mañanas huyendo del ruido y la furia de las pantallas, me enteré de
que había fallecido de madrugada. Suelo escuchar con delectación casi elitista Longitud de onda, un programa que aúna
música y ciencia, que presentan Fernando
Blázquez y Yolanda Criado, un
programa civilizado y sutil que te hace sentir orgulloso de este servicio
público porque sabes que un espacio así jamás tendría cabida en una cadena
comercial.
Relacionar
ciencia, nuevas tecnologías, y música, y preguntarse, como hace la página web
del programa, si se puede transcribir a una partitura una crisis epiléptica, o
si hay música fuera de nuestro planeta es un plato que hay que degustar con
calma. Ayer noté que algo pasaba, por la hora, por los contenidos, por los
invitados. La radio, los oyentes, estaban de luto. El homenaje a José Luis
estaba más que justificado. En El mundo
de la fonografía, también en Radio Clásica, De Arteaga dejaba clara su sabiduría
con la humildad de los grandes talentos. Su espacio trababa el mundo de los
sonidos grabados, de las novedades, de los matices según qué orquesta, director
o intérprete hiciera ese registro fonográfico. Se ha ido un grande de la radio
pública. Ya no tomará más churros en el café Fútbol, como hacen los asistentes
al Festival de Música de Granada.
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