Villanueva Mesía
(Artículo publicado el jueves, 22 de marzo, en diarios del grupo EPI PRESS)
La primavera ha
entrado rara, con energía desatada, como una mula que se niega a hacer lo que
se espera de ella. Ayer por la tarde lo decía el climatólogo Jacob Petrus, ese tipo que da pasitos
cortos al andar y hace gestos que me recuerdan mucho al gran Chiquito de la Calzada cuando presenta
los vídeos de Aquí la tierra, uno de los programas más interesantes para divulgar
el amor y el respeto por la naturaleza que podemos ver en La 1. El tiempo está
loco, decía, y la prueba la vemos en esta rara entrada de la primavera. En
paralelo, casi todos los informativos abrían, y siguen abriendo, con el tiempo
como noticia de titular destacado. Lluvias, rachas de aire que arrancan de
cuajo árboles, que levantan como escamas de pescado techumbres de
polideportivos o naves industriales, socavones por donde se pueden colar
autobuses, olas con crestas de espuma que pueden alcanzar los siete metros, o
riadas que recuerdan a las crecidas del Nilo.
Por el norte
peninsular, nieve y un frío que corta el aliento, y por eso da cosilla ver a
los reporteros de los noticiarios o magacines –que les hacen la competencia a
los de España directo, en TVE, que no
sueltan el cetro del tiempo haga el tiempo que haga, todo, con tal de no hablar
de asuntos que podrían molestar al Gobierno-, cubiertos por la nevada para
hablar de la nevada en mitad de carreteras cortadas por las inclemencias. Y por
el sur, riadas. Como la del Genil en la vega granadina. Coño, mi pueblo, dije
viendo el otro día Más vale tarde. Y
así era, Mamen Mendizábal dio paso a
unas imágenes donde se veían inundadas la vega y la carretera del pueblo. Villanueva
de Mesía, decía el rótulo. No, queridos. Sin de. Es Villanueva Mesía. Los de
pueblo somos así.
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