Chusma
(Artículo publicado el martes, 25 de julio, en diarios de EPI PRESS)
No tengo que ver
algunas cosas para saber que sólo me producirán malestar, rabia, una cólera de
mucho voltaje y, en definitiva, una indiferencia como espectador del tamaño de
la trola que mañana les contará a los jueces Mariano Rajoy sobre un sopor llamado Gürtel. Si yo sé que un
programa lo produce La fábrica de la tele, ya sé mucho, incluso sé demasiado. Y
lo sé porque quien firma Sálvame, Sálvame de Luxe, Cámbiame, o La noria, entiende
el entretenimiento en televisión desde el lado menos elegante, desde la cara
más sucia y turbia, desde lo chabacano como tarjeta de presentación. Si yo sé
que ese programa “nuevo” es de debate, y lo emite Telecinco, ya sé de qué puede
ir Mad in Spain –prometo que se llama
así, pero ni quiero saber por qué-. Si por si no supiera lo suficiente sé que
ese mamarracho lo presenta Jordi
González, el asunto es más claro que el cinismo adobado de desprecio por la
verdad del presidente del PP.
Pero hay más.
Hay más datos para no tener que soportar horas de televisión humillante sólo
sabiendo algunas cositas más de Mad in
Spain –domingo-. Si te enteras de que en ese “debate” sobre actualidad, no
política, se advierte, se va a debatir sobre si ser hijo de alguien con
popularidad es una maldición o una bendición, es decir, sobre si a Andreíta Janeiro le espera una vida de
rosas o una cruz en cada esquina, y en ese debate están la escritora Lucía Etxebarría y Cristina Fallarás, ambas feministas, y el provocador profesional Salvador Sostres, polemista a sueldo
que se mete en la boca ideas que apenas caben en una cabeza de mosquito, el
pescado televisivo está servido. Y podrido por añejo y visto. Lástima que no
haya podido evitarle el mal trago con más antelación.
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