El amor
(Artículo publicado el jueves, 13 de julio, en diarios de EPI PRESS)
Cuantos más
programas de amor salen a la semana, menos importa el amor. Se llega a un punto
de no retorno en el que lo que menos importa es ese maravilloso sentimiento
porque lo que importa es otra cosa. A la ley de la tele le importa una pera
podrida el Cupido ese. Cuando el amor se convierte en espectáculo el amor se
arruga y da paso a lo que sea, pero no al amor. El último invento para defecar
sobre el amor en nombre del amor es Contigo
al fin del mundo, un producto que estrenó el lunes Antena 3, con poco
éxito, hay que matizar, y que puede estar entre Españoles por el mundo y los programas de primeras citas, o citas a
ciegas. Lo presenta el dicharachero Julián
Iantzi. Pretende que alguien que no ha tenido suerte en amores, o no ha
tenido tiempo de conocer el corazón que busca, lo encuentre gracias al programa
y al celestino vasco.
Pero hay un
pero, o un filtro, o una condición para que le echen una mano –no sé si al
cuello- a quienes piden ayuda amorosa. Hay que vivir fuera de España, cuanto
más lejos y exótico sea la ciudad o el país, mejor. Por eso se ha elegido
Shanghái, Dubai, Gambia, Méjico. Allí viven los solteros con ganas de pareja, y
allí llega, “por amor”, se dice en el programa, aunque intuyo que más de un avispado
o avispada se apunta al circo sabiendo que hay gratis total en vuelos, comidas,
hoteles, y otras necesidades, la persona en busca de lo mismo. Una de las
historias, la de Elena –enamorada de
Dubai- y Edu –que odia el país,
“bueno, no es un país, es la tierra de un señor”- acaba como en melodrama. Ella
llora su desconsuelo, sin entender que a su príncipe no le guste el lujo –y
quien lo trujo, apostillo- y sus alrededores, y él sale cortando de allí. ¿Cosas
del amor? No, de la tele.
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