¿Deporte?
(Artículo publicado el sábado, 13 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
Desde las gradas
le insultaron con palabras despectivas, racistas, por su negro color de piel.
Fue hace unos días, en el campo de Cagliari. El futbolista, de Ghana, se llama Sulley Muntari. Al principio localizó
el grupo de jóvenes que lo insultaba y se dirigió a los padres para regalarles
una camiseta y rebajar los ánimos. Pero los insultos y los gritos siguieron por
otras zonas del estadio. El árbitro impidió que hiciera lo mismo. Y el jugador,
estupefacto ya que el árbitro era testigo de lo que pasaba, se sintió ofendido
sin entender que no se parara el partido. Así se lo hizo ver, pero el árbitro
le sacó una tarjeta amarilla. Hasta aquí, se dijo Sulley. Abandonó el campo. La
dignidad está por encima de todo. El jugador, de 32 años, ha sido internacional
con su país, y ha jugado también en el Milán y en el Inter de Milán.
Podría decirse,
como dice el PP de su corrupción, que son cosas aisladas. No lo son, y eso lo
sabemos no sólo por esta historia chunga que llega de Italia sino porque aquí,
en nuestro país, no hay semana en la que algunos vándalos, algunos padres
delante de sus hijos en partidos de quinta, atacan al adversario, apedrean al
árbitro, se lían en batallas campales por no estar de acuerdo en algo. Son
imágenes de una agresividad paralizante, vergonzosa, que esconden ignorancia,
primitivismo, e incultura. En San Fernando, los ultras del Alcalá irrumpieron
en el campo agrediendo a puñetazo limpio al equipo local. Además, un jugador le
dio un golpe seco al árbitro del partido de fútbol sala entre el Barceloneta y
el Olimpyc Floresta. ¿Y la grada? Encantada, jaleando al agresor, que se fue al
vestuario con aires achulados de héroe. ¿Estamos en que algo está fallando?
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