Obsolescencia
meditada
(Artículo publicado el domingo, 14 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
De vez en cuando vuelven a
emitir aquel impactante documental que analiza las bases del comercio y el
consumo con el que muchos espectadores flipamos porque vimos en imágenes,
demostrado con hechos, lo que intuíamos como consumidores. Es decir, que las cosas,
los productos, los aparatos que teníamos en casa no duraban más de unos años y
que si tratabas, tratas de arreglarlos, te cuesta tanto o más que si te compras
un chisme nuevo, el que sea, un microondas, una lavadora, una tele, o una
impresora, que fue el artilugio elegido en Obsolescencia programada, que emitió
Documentos TV, para hacer ver que la
industria basa su negocio en crear productos que llevan la caducidad en sus
genes, es decir, nacidos para durar, de forma deliberada, un año, cinco, o seis
meses. En los últimos tiempos TVE parece haberse vuelto majara y en vez de
mirar al futuro y ser la máquina del tren de la producción audiovisual en este
país, en vez de convertirse en el referente por la vanguardia de sus productos,
por el riesgo de sus producciones, se ha dejado llevar por la cabeza de alguien
que promueve programas que nacen obsoletos en el momento de emitirse. Hace unos
días, para corroborar esta idea, lo que me pareció un rumor mal intencionado,
se confirmaba. Y lo hacía por todo lo alto. Me enteré de que TVE preparaba la
vuelta de Operación triunfo. No le di
importancia. Pero hete aquí que llega Ana
Blanco, sí, la esfinge -¿alguien ha visto, conoce, el perfil de Ana
Blanco?- y en el Telediario, como
leen, en el Telediario, es decir,
haciendo no sólo oficial la cosa sino atribuyéndole una relevancia a la altura
de la entrada en prisión de cualquiera de nuestros queridos chorizos, anuncia
que TVE prepara la vuelta de Operación
Triunfo 16 años después. ¿Un ataque aislado de nostalgia para contrarrestar
productos de la misma familia como Got
talent, La voz, o una ristra que
ya cansa, aburre, y devalúa no sólo al concursante sino a quien gana esos
programas, triunfadores que son olvidados en unas semanas arrastrados y
triturados por el torrente de una excesiva oferta? Pues no, no es un ataque
aislado de nostalgia la decisión de La 1.
Curas, imanes, rabinos
Parece una cosa programada,
diseñada, trazada a tiralíneas, formando parte de un plan que añade caspa a la
grasa, que hace de la tele pública una pesada maquinaria de la que ni sabe ni
quiere desprenderse. ¿Contarán con Carlos
Lozano como maestro de filas? Espero que sí, para que sus maneras de donjuán
trasnochado coronen el truño de abrir otra academia de cantantes y cantantas en
un país colapsado de tenorios canoros, de niños y niñas que le ponen los pelos
del cielo de la boca de punta a una espiritual y simplona Rosarillo Flores, tan cortita como el pelanas de los gestos en
permanente éxtasis David Bisbal,
maestro de una panoplia de caras, comentarios y reflexiones que no pasarían ni
el más laxo tribunal, así lo presidiera cualquiera de los jueces con los que
los chorizos del PP o del clan Pujol se
sentirían más cómodos. Que TVE navega en un estilo de tele con gafas de cristal
oscuro, en un mar estrecho, sin horizonte, lo vemos cada domingo cuando en la
pantalla aparece el cura de las misas que endilga La 2 en El día del Señor. La misa, sea santa o casquivana, es un producto
caducifolio, astringente, cosquilloso, reincidente, demente, patidifuso,
obsolescente, detergente, asfixiante, decadente, oloroso, untuoso, manirroto,
paticorto y culibajo que no pinta nada en la tele pública. Nada. Ni el rezo del
imán ni las monsergas del rabino. Nada. Sólo forma parte de un tinglado orquestado
ahora y siempre, ojo, no es patrimonio de la actual dirección de la casa, como
si fuera un hecho inevitable, aceptado porque sí. Es como la presencia de Pedro Carreño en el Telediario del fin de semana. Le quitas
el color a la tele y aparece un señor con maneras de locutor de antaño, no sé,
esos movimientos de cabeza de ave picoteando, esos labios apretaditos, ese pelo
medio bufado con laca para tapar la escasez de greñas, tintado para aparentar
juventud, esa dicción más que regular, prima de otra presencia como la del
presentador de Hora punta, en fin,
una imagen de informativo pesado, sin fuste, y sólo quedándonos en las formas,
que si entramos en el fondo dan ganas de meterse a monja, pero de clausura,
donde la tele está prohibida.
Rabos y culos
Y ya que andamos por estos
andurriales del señor, ole y ole. No sé por qué, tonto de mí, creía que lo de
los toros era sólo un dedo por el culo de los antitaurinos que metía TVE en
cuanto olía a cajonadas, sangre, babas, banderillas y señores disfrazados con
ropa de filigrana brillante y tan apretada que les señala el paquete y el
culito añadiendo morbo a una tarde de mucha traca. Pero no, no es sólo que
informen en el Telediario sobre esta
o aquella masacre en la arena con la connivencia de la autoridad y destaquen la
faena del que mata a espada a un herbívoro inocente, no, es que sigue
existiendo una cosa llamada Tendido cero,
como lo leen. Me topé el sábado con este programa del cuaternario y se me
quedaron los ojos como bolas de jabón fuera de la órbita. Me entero, en la
repentina clase, de que hay morantistas, curristas, julistas, o linaristas. Y
me entero de que a una corrida le puede faltar o fondo o casta. Y de que hay
analistas que se ponen intensos echando mano de un lenguaje almidonado, cursi,
altisonante, ampuloso –sentimientos que esponjan los corazones, dice un señor
muy atildado, con su gomina y todo, y su bigotito, que no falte de nada-. Tendido cero tiene hasta plató propio,
luminoso, con mesa redonda en mitad de un ciclorama con motivos taurinos, y su
director, Federico Arnás, arropado
por Javier Hurtado, Belén Plaza, y Carlos Ruiz. El reportaje que veo sobre Sebastián Palomo Linares me deja loco. No sólo habla de rabos
cortados en tardes de gloria sino que enseña a cámara esa basura embalsamada y
tremebunda. Lo mejor del programa, aunque no enseña el rabo, el culo de José María Manzanares. Ni obsolescencia
ni puñetas. A ver si los gerifaltes de TVE, picarones y lascivos, saben muy
bien lo que hacen.
La guinda
Acorralados
No hay manera de escapar. Es una
confabulación contra la audiencia en la que todas las cadenas olvidan sus
diferencias y se ponen de acuerdo. Hala, a machacar al personal con programas
de cantantitos. La última subida al carro ha sido La 1, sí, la pública. Y lo ha
hecho con una cosa llamada Fantastic dúo.
Lo de “fantastic” es enternecedor. La gran Nùria
Roca presenta el formato rodeada de los de siempre. Seguiremos la
pista.
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