Dentro de
(Artículo publicado el sábado, 6 de mayo, en diarios de EPI PRESS)
Es mona, graciosa,
chica de barrio, espabilada, con una preparación rasa. La recuerdo con ternura
en un reportaje. La cosa era simple. La maquillaron, le pusieron peluca rubia,
una nariz más grande, y gafas. El juego consistía en preguntar a la gente su
opinión sobre Cristina Pedroche. Le
dijeron de todo, y no todo malo, también hay que decirlo. Nadie la reconoció.
Ni su padre. Literal. Hasta que cansada de ir detrás de él tuvo que decirle lo
que le dice en casa, papa, papa, no papá, sino papa, que soy yo, la Cristi. No
me digan que no es tierno. Esa escena resume a la mujer que de verdad es la
Pedroche. No sé por qué, pero así lo veo yo. El jueves, en La Sexta, estrenó Dentro de. Por ser Cristina Pedroche. No
hay duda. Podría hacerlo una periodista, ¿debería hacerlo una periodista?, pero
lo hace ella. En efecto, por su cara bonita.
Es el cebo. El
gancho. No hay otra explicación. Dentro
de –un hospital, como el de La Paz, que inauguró la serie, una cocina de
alto copete, un hotel de lujo, la torre de control de un aeropuerto- es un
viaje minucioso, periodístico, informativo, que no analítico, de un bien
colectivo del que muchos ciudadanos nos beneficiamos en algún momento. Es como
entrar en las venas, en las arterias, en el corazón del sistema. El retrato de
La Paz, un mastodonte de la sanidad pública, fue emocionante. Semejante
monstruo no podría funcionar sin los miles de profesionales que más allá de sus
sueldos entregan su vida y su talento en momentos en los que la medicina es
cosa de vida o muerte. Dentro de es
una buena idea, bien realizada, no invasiva, respetuosa, y bien narrada por
Cristina. ¿Tiene que ser ella? No, pero por qué no.
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