Riguroso
directo
(Artículo publicado el domingo, 18 de diciembre, en diarios de EPI PRESS)
Si los planes no
cambian, el próximo miércoles, 21 de diciembre, Velvet no sólo acaba sino que mantendrá en vilo a la audiencia con
el anuncio de que parte del capítulo, es decir, algunas escenas, se harán en
directo. Dice la cadena que ese capítulo quiere ser “un evento televisivo
único”. Seguro que alguna de esas escenas, reservadas con un tratamiento tan
espectacular, tan infrecuente, tan fuera de la norma, revela algo muy gordo en
la historia, coronándola con una guinda que hará las delicias del espectador.
Si hacemos memoria, y para eso tenemos a San Google, el capítulo 200 de 7 vidas, ficción mítica que emitía
Telecinco antes de que se especializara en morcón triturado para el desayuno,
la comida, y la cena, se hizo en directo, para el público que siempre asistía a
las grabaciones, y para los espectadores de casa. La cadena, y Atresmedia en
pleno, le está dando publicidad al final de Velvet
con cortinillas, programas especiales, y llevando a los actores a sus magacines
y programas. La casa por la ventana. ¿Habrá lío entre la modistilla que nació
en humilde cuna, Paula Echevarría, y
el apuesto galán, rico y por muchas damas de la época deseado, Miguel Ángel Silvestre, dueño de los
almacenes donde trabaja el personaje de Echevarría? Recuerdo ahora que este
año, cuando Velvet pasó por el
FesTVal de Vitoria, los actores de la serie, incluyendo al circunspecto José Sacristán, y a la cascabelera Marta Hazas, lloraron ante los medios
por la emoción de saber que la historia llegaba a su fin, que no habría otra
temporada. Velvet le ha dado a Antena
3 momentos de gloria televisiva, con datos de audiencia envidiables. Es curioso
que muchos medios, incluso la propia cadena, han destacado que Velvet hará historia en televisión al
emitir “en riguroso directo” algunas escenas de su capítulo final. Queda mono,
pero no es así. La mentada 7 vidas
echa por tierra la afirmación. Mucho más si hacemos memoria y nos vamos al
“riguroso directo” de Estudio 1,
donde algunas obras se representaban en TVE así, en directo, a pelo.
Nadia y ¿sus padres?
Casi en riguroso
directo seguimos asistiendo al supino error de la tele, sobre todo la tele, que
necesita carnaza para ir tirando en según qué programas, al hacer de la
historia de Nadia un guión donde el
drama, la esperanza, y unos padres corajudos que luchaban contra una enfermedad
metabólica, la tricodiodistrofia, iban escribiendo capítulos sin advertir que
el papá de la niña, Fernando Blanco,
avispado fullero de corazón turbio, en realidad manejaba la enfermedad de su
hija como una empresa en connivencia con la madre, Margalida Garau. Pasearon su dolor por todos los platós llevando a
la criatura a que besara a las presentadoras estelares como se besa a la santa
del pueblo, que se derretían en lágrimas al saber que la cría, si no conseguía
el dinero necesario para sus operaciones, podía morir en un suspiro que, ahora,
sabiendo lo que sabemos, ha sido un suspiro que ha durado años, los años del
teatro de la compasión diseñada por estos, al parecer, estafadores
profesionales, según el auto decretado por el juez, que metió al padre en
prisión, a la madre la dejó en libertad, y a la niña fuera de su influencia, dada
en custodia a una tía suya, según vi en La 1 en el Telediario, que dedica un bloque tan oscuro a los sucesos que tuve
que mirar varias veces la mosca identificativa de la cadena para estar seguro
de que no era Pedro Piqueras y su
periodismo de semen y sangre, fuego y truco. Por cierto, en conexión con Lleida,
Ana Blanco da paso a la crónica de Joana Sendra, a las puertas de la
cárcel de Ponent, que añade un poco más de tensión y perplejidad a la historia
al decir que el juez que lleva el caso duda de la paternidad de los padres de
la cría, por lo que ha pedido pruebas que lo atestigüen. El monstruo se ha
hecho inmenso, de nuevo, bajo los cálidos focos de los platós. Hasta Susana Griso, la otra mañana, con cara
rígida de pillada como un corderillo, y Alfonso
Egea, también de Espejo público, pasaron
el vídeo privado, enviado por los ¿padres de Nadia? a Susana donde estos
facinerosos le hacían hacer ¿a su hija? carantoñas para ablandar el corazón de
la presentadora y ésta, conmovida, apoyar la causa de la niña.
¿Justicia o venganza?
La historia
chusca de Nadia, vista ahora en rigurosos lamentos de beatas compungidas, es
como lo de la economía, cuyos analistas se ponen farrucos escrutando la
situación a toro pasado, viendo indicios en él que en el presente no olfatean.
Ahora, igual. Veo a Albert Castillón
en Espejo público, igual que a otros
colaboradores del programa de Ana Rosa,
analizando paso a paso, con expertos en comunicación gestual, las evidencias
de la trola de los padres que en su momento no advirtieron cuando eran llevados
a los platós, colaborando, sin percatarse, con la estafa. No sé si alguna
cadena se pondrá al frente para pedir justicia o venganza. De hecho, ya lo
están haciendo. Una cosa y la otra. En televisión, todo vale. Antes ensalzaban
al impostor. Hoy, leña al mono. Contado todo al segundo, sí, en riguroso
directo subidos al carro del nuevo giro de la historia. Justicia o venganza,
escribía. Eso es lo que ha de dilucidar antes del lunes la audiencia de Mar de plástico, que emite su último
capítulo el 19, no en directo pero sí decidiendo una opción u otra. ¿Justicia
para el asesino del martillo, o venganza para el mismo? Y ahí, de golpe,
mientras escribo, aparece Rosa
Villacastín. Sí, vive. Y la veo en Amigas
y conocidas, lo de Inés Ballester
en La 1, hablando de que el tamaño sí importa. Ojo, el tamaño de las cestas de
navidad. Y de que Vargas Llosa recurre
a la crema de caviar -420 euros el tarro- para parecer más joven. Por eso, aconsejado
por Isabel Preysler, su gurú, se ha
blanqueado las canas para ir acorde con el blanco de sus dientes. ¿Justicia o
venganza de la vida con el Nobel? Y termino en riguroso directo, miren, miren,
dejando caer una lagrimita por Raffaella
Carrá, 73 años espléndidos, que deja la tele con la gala del 60 cumpleaños
de TVE en unas horas. Va por ti, Raffaella. Salud y larga vida.
La guinda
MAM
Sin duda cocinará bien. No puede ser de
otra manera si ha ganado un concurso de algo más que cocinillas como Masterchef en su versión para celebridades,
que La 1 emitió durante seis semanas con mucho, mucho éxito, quizá el formato
con el que la pública se quita las vergüenzas. Pero Miguel Ángel Muñoz, MAM, ha demostrado algo más, y si me apuran,
mejor. Es una excelente persona, y eso traspasa
la pantalla. Y se nota.
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