Perros, perras
(Artículo publicado el jueves, 1 de diciembre, en diarios de EPI PRESS)
Veo a saltos, es
decir, dándole al botón de pasar rápido, Amores
perros, la última cosa de Cuatro, y en su línea. La cadena se ha empeñado
en que en España no haya nadie que no tenga pareja. Todos sus programas, o casi
–Granjero busca esposa, ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, First Dates, y quizá Las mañanas de Cuatro, por si salta la
chispa entre tertulianos de ideologías enfrentadas, tipo Jaime González, de ABC, con Beatriz
Talegón, ex socialista- van en la misma dirección. Es cachondo el magín que
diseña la programación de esta Telecinco versión Poco Yo. Lo último, ya digo,
es Amores perros, aunque no ha
ladrado en audiencia –lo han relegado al sábado, de madrugada, porque no lo ve
ni sus primos-, y la peña se cansa, guau, guau. Con Amores perros se da un paso más en el delirio del celestineo humano.
Y ahora, que no haya perro y perra sin rollito.
Viendo el
cachondeo uno no sabe si Amores perros
busca más el encame entre humanos que el ñaca ñaca entre canes. Por lo pronto,
recordando el estreno, se vio a Míster Cádiz enseñando lomo frente al mar,
camiseta fuera, brazos de estibador, haciendo flexiones y no recuerdo si
dándole piquitos en el morro a su perra perra, Canela -¿cuántas Canelas habrá
en el mundo?-. Claro que Cristián, el maromo, tiene una madre. La madre es tipo
Morancos –Cristian, joé, que te he dicho que no, que la perra no se mete en la
arena, que no, la perra hay que lavarla-. Total, que emprenden viaje a Cataluña
para que Canela se encame con Stark, la perra de Patricia. ¿O fue al revés, y se encamaron Patricia y el míster? El
friquismo no tiene límites. Pero para mí sí. Guau, guau.
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