Mariano,
y Trancas y Barracas
(Artículo publicado el domingo, 19 de junio, en diarios de EPI PRESS)
Si no fue, malo. Y si va,
también malo. Si manda a Soraya a
que baile como una gogó un poco torpe, plomiza, graciosilla pero cortada, y
hace la coreografía del pasito aquí y el pasito allí, si la vice se pone en
plan colega que te cagas y termina besando la calva del calvo, mal, muy mal,
porque el jefe la envió a ella con la misma indiferencia con la que la envió a
la plaza del debate a cuatro del 20-D mientras él, repantigado en el mejor sofá
de la Moncloa tal vez leyera el Marca o se fuera a la cama retirándose con
desgana de la barba los restos de pan de la cena sin ver a su segunda, ni falta
que le hizo. Y si es él el que acude al plató de El hormiguero, peor, mucho peor. Si Mariano Rajoy acude a la llamada de Trancas y Barrancas hay que
echarse a temblar. Este país está peor de lo que nos dicen, y eso que Fátima Báñez predica la bajada del
cielo de una época dorada como jamás hemos visto en esta España al borde del
precipicio si, por un casual, el voto de la gente se va a donde no debe. La
ministra salió de su cubil y se sentó una mañana en el plató de La 1 para
desayunar con María Casado, donde
soltó uno de sus mítines sin que pelo y cara de cemento se resquebrajaran. Pues
no. España está mal, muy mal, si no a cuento de qué va a decir sí el señor de
la Moncloa a Pablo Motos. Lo digo
porque, si no recuerdo mal, y creo que no recuerdo mal, cuando en la pasada
legislatura trató el equipo del programa de invitar al inquilino monclovita,
una de las respuestas de peso para decir no fue la siguiente, “¿cómo va a
hablar el presidente con dos hormigas?”. Es incontestable. Un presidente,
ejerciente, en funciones, o que aspire a serlo, no puede acudir a un programa
de entretenimiento donde la estrella, según la estrella Motos, son dos hormigas
de peluche. Y si lo hace, este país se va al carajo.
Líder Profidén
El presidente tiene que
resultar cercano, tan familiar como la coleta del Coletas, tan de la casa como Albert Rivera, que aunque apagues la
tele, coño, sigue ahí. Lo vimos el miércoles con Susana Griso, versión maletita rosa, en 2 días y 1 noche, y lo vimos con Ana Rosa, o sea, dispuesto a todo, es decir, que confirma mis
temores, España se va al carajo. Cuando Jorge
Moragas, jefe de campaña del PP, apareció ante los periodistas inflado,
abotagado, brillante de sudor mantecoso, diciendo que les iba a presentar una
“versión del himno del PP latina”, y que habían dudado entre reguetón y
merengue, y que al final, los cerebritos, optaron por la versión merengue, me volvieron
a temblar las piernas. Y la puso. Y sonó el himno del PP con ritmos latinos a
lo merengue. La horda periodística, en planos demoledores, se quedó frita. Se
miraba sin dar crédito. ¿Campaña inane que convierte la anécdota en categoría?,
se preguntaba con inteligente ironía Javier
Ruiz en Las mañanas de Cuatro,
que veía cómo, mientras se habla de las hormigas, del merengue –música
venezolana, válgame el cielo-, del color de los logotipos, o de payasadas muy
bien orquestadas, no se habla de corrupción, de paro, de pobreza, de fraude
fiscal, de evasión de capitales. Bingo. Por su parte, Pedro Sánchez, el Líder Profidén, no hace falta que vuelva al plató
de Trancas y Barrancas ni juegue al baloncesto con Motos, aunque volvió el
lunes. Este hombre vive en un permanente El
club de la comedia, en su mundo, respondiendo a lo loco, contando cuentos
de la señora que le cuenta en Ávila lo que le contó la misma en Córdoba, y lo
que le contará Loli en Galapagar de Abajo. En el programa de Iñaki López, en su sección de las
familias preguntando a los líderes, una chica de 23 años, Cristina Albadalejo, quiso saber por qué rechaza que le entreviste Ana Pastor en El objetivo de La Sexta. Sin cambiar el rictus, enseñando sus
blanqueados piños, riendo como sonríe un lelo, respondió que tiene muchos
compromisos, y que no se preocupe porque
será ella a quien le conceda “la primera entrevista como presidente”. Ah, no,
eso sí que no, reaccionó rápido Iñaki, “esa promesa ya me la hizo a mí”. Bueno,
se atragantó el Sonrisitas, lo que digo es que “ella será la primera vez que
entreviste a un presidente de Gobierno”. ¿Cómorrrr? Supera eso, guionista de
Trancas. Y siguió sonriendo y tal.
Como la BBC
Es lo que le pasa a Santiago Segura, tenía que ser él, cuya
presencia echa la persiana al fiasco de audiencia que ha resultado ser El hombre de tu vida, serie donde José Mota era un gigoló que trataba de
conquistar a señoras con problemas sentimentales, que le proporcionaba su cuñada, Malenia Alterio, para quedarse con su pasta. Segura, venga o no a
cuento, sonríe como Pedro Sánchez, a piñón fijo, con la careta encasquetada, y
no te crees a ninguno. TVE ha decidido quitarse la serie de en medio vomitando
el jueves pasado los tres últimos capítulos. ¿Quién es el lumbreras en La 1 que
decidió estrenar una serie cuya emisión se toparía con la Eurocopa y con del
verano, que trastoca el consumo televisivo? Podría ser Trancas o Barrancas, y daría
el mismo resultado. Es lo que le pasó a Rajoy en su visita el miércoles a El hormiguero. Tiene que superarse a sí
mismo. Sin necesidad de ir a divertirse al hormiguero catódico el autor de “un
vaso es un vaso y un plato es un plato” nos acaba de regalar una de las
reflexiones más emotivas que hemos oído en la campaña, que ve una alcachofa,
dice, y zas, no falla, se emociona, sniff, pásame un clínex, joder. Pero cuando
más gracia me ha hecho, hasta revolcarme por los suelos, es cuando el autor de
haber eliminado la elección de la dirección de RTVE por consenso político, tal
como funcionó en la etapa de Zapatero,
la mejor, la más premiada, la más independiente, el responsable del descrédito
actual, con el Consejo de Informativos en pie de denuncia por manipulación, va
y pide una tele y radio públicas “independiente, como la BBC”. Me mata. Este
menda es un genio. Su jeta y cinismo son proverbiales. Para divertirnos no
tiene ni que pasar por El hormiguero.
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