Periscoperos
(Artículo publicado el jueves, 9 de junio, en diarios de EPI PRESS)
Supe de
Periscope, otra red social que va subiendo a miles por día, por la metedura de
pata que tuvieron Álvaro Zancajo y Sandra Golpe cuando, después de la
“exclusiva” sobre la relación entre Podemos, ETA, y la Venezuela del botarate Nicolás Maduro, ellos mismos, mientras
los espectadores del informativo de las 9 de la noche seguían el vídeo sobre la
fatua información, y olvidando que la aplicación Periscope recogía en directo
sus comentarios fuera de cámara, Sandra, sabiendo lo que se les venía encima
dijo, “nos van a dar, pero bien”. Se convirtió en tendencia del momento. Y así
fue. Les cayó la del pulpo por una información tan torticera y por su
comentario en el Periscope de Antena 3. Hoy casi todos los políticos tienen su
Periscope que emite –es una especie de televisión individual, que el resto
puede ver en directo o grabado- a través de Twitter.
Hace unos días
veía un vídeo de Albert Rivera
inaugurando su tele mientras una mujer de su equipo le explicaba el funcionamiento
del invento. Movido por la curiosidad, yo también tengo Periscope a través de
mi cuenta de Twitter. Pero lo que veo me pasma. La mayoría de usuarios dice
estar aburrido, y se muestra así, mirando a cámara todo el rato mientras la
audiencia les dice que se toquen el paquete, o que enseñen las tetas. Es una
galería de egos desbocados que se alimentan de una audiencia que escucha
simplezas de ingenuidad alucinante. Es la cara tontorrona de una herramienta
que también puede servir para dar a conocer, en el momento en que se producen, hechos
con interés divulgativo, denunciable. Es lo nunca visto. La televisión de
bolsillo al alcance de todos. El ciudadano convertido en su propia cadena. La
locura.
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