Sácalo, grita,
grita
(Artículo publicado el domingo, 28 de febrero, en diarios de EPI PRESS)
Veamos.
Pilar Cebrián, experta emocional, “coaching la llaman en Cuatro, esa
palabreja de hablantes de español acomplejados, la arregla parejas de Mejor llama a Pilar, terminó su curro
por los suelos. Poco más de medio millón de espectadores se tragaban el idiota
programa que pretendía unir con el pegamento de la experta la quebrada relación de los enamorados cuando la casa era
un torrente de goteras. Otro fracaso de Cuatro, que no acierta ni con la franja
previa a la hora de máxima audiencia –de 9’30 a 10’30 de la noche- ni con la
hora de máxima audiencia, salvo algunos chispazos proporcionados por príncipes
y princesas, versión paya y versión gitana, qué dolor. Mejor llama a Pilar ha cerrado el quiosco después de emitir 6
programas, cambiarlo de hora por ver si pitaba, y nada, tonterías, las justas.
Seguimos en racha. Me detengo en la mentada hora. Ahí la cadena colocó un
producto de esos que sonrojan a cualquiera, a cualquiera que se sienta agredido
en su sensibilidad cuando ve una cosa estrambótica como Gym Toni, cumbre del mal gusto, del machismo ceporro, perdonen la
redundancia, de las interpretaciones de un cuadro de actores endemoniados,
cortados por la misma tijera, la de la soplapollez sin límites que no lleva a
parte alguna –Rajoy dixit-. Cuando Paolo Vasile se quede solo en su
despacho, por las mañanas, y le lleven calentitas las audiencias del día
anterior, y vea que El hormiguero
está siempre siete mil leguas más allá de Gym
Toni, y que por su santa decisión dejó escapar a Pablo Motos y su hormiguero, echará culebras por su hocico
blasfemando en italiano, que por muy dulce que sea no deja de sonar a me cago
en lo que se menea, quién me mandaría a mí. Ni la arregla estropicios Pilar
Cebrián compondrá el corazón roto del capo.
Show político
Las situaciones
vividas en el gimnasio son de traca. Pero sea lo que sea, las escenas, no una,
todas, se montan sobre diálogos gritados, escupidos, textos para dejarse las
cuerdas vocales hechas cisco, gestos de comicidad infantil, momentos de estupor
televisivo. Yo que los actores de Gym
Toni destrozaba esos vídeos, borraba ese pasado, aniquilaba esa etapa de mi
vida. La basca de Gym Toni tiene que
esconder esos vídeos de la vergüenza para no enseñárselos a sus hijos, para que
los futuros directores de elenco –nadie sabe qué es, pero hasta la Vieja el
Visillo sabe lo que es un director de casting- no se enteren de que pasaron por
esa tira diaria donde se dejaban las cuerdas vocales machacadas. Qué manera de
gritar. Todos. Es verdad que eso del griterío no es patrimonio de Gym Toni. ¿Se fijaron en las voces que
da Manel Fuentes presentando Tu cara me suena? ¿Por qué se grita
tanto, para qué se grita tanto? Sin salir de Cuatro, que sigue una alocada
carrera de fracasos, como La 1 con sus tardes en descomposición, esta semana se
ha remangado y ha decidido dar batalla a la competencia. Se ha llevado Gym Toni a las tardes, contra el
saludable Zapeando de La Sexta. En su
lugar, Toma partido. Es un Gym Toni político, otro plato de mal
gusto. Lo presenta, por increíble que parezca, Miguel Ángel Oliver, presentador de Noticias Cuatro, al que uno tenía por hombre sensato. Frente a su
atril lo vemos gesticular como un actor malo que confunde tensión con
histrionismo. Decían en la cadena que
era un programa de debate político innovador, y resulta que han vuelto a Moros y cristianos. Sobre tres preguntas
chorras gira el debate, bueno, la trifulca, el circo, el show. Ejemplo ¿Será
presidente Pedro Sánchez?, ¿Hay una
cacería judicial contra el PP?, ¿Merece ser Rajoy persona non grata? Para defender el sí oel no hay dos bloques
de opinantes. Unos defienden a muerte el sí. El otro, el no. Ya está. Ah, al
público se le da un cacharro para que apriete un botón y se una a un bando o a
otro. Todo muy maniqueo, muy infantil.
Camps, el resucitado
Ver por la noche
a Miguel Ángel Rodríguez, otra vez,
desbocado, histérico, farsante, gritando como un personaje de Gym Toni, como si fuera la mañana, es
demasiado. Se nota que el director del programa les ha dado la orden de
exagerar, de no merodearse en reflexiones aburridas y complejas, de ir al
grano, de poner caritas de enfado, de mover la cabeza para tirar por tierra las
razones de Ernesto Ekaizer, que
trabaja en la trinchera opuesta, y así hasta el muermo. No sé si el programa
aguantará hasta que esta columna se publique. Tengo mis dudas. El primer día
hizo un vergonzoso 3,3% de audiencia, es decir, poco más de seiscientos mil
espectadores vieron el ridículo rifirrafe, un esquema de programa más que
superado, mil veces visto. Todo indica el nerviosismo de la casa, su
incapacidad para competir con dignidad contra La Sexta y Antena 3. A la
audiencia natural de Cuatro, esa que ha ido criando la cadena, le interesa la
política, por mucho que la envuelvan con apariencias de divertimento a lo Sálvame, lo que a Rita Barberá el té con limón a las cinco de la tarde. Por cierto,
el otro día, en el programa de Susana
Griso, vimos que la ex alcaldesa –el juez ha iniciado el proceso para
investigarla por blanqueo de dinero, no por la laca que se pueda llevar la
señora del ultramarinos-, salía de su casa. Un taxi la esperaba. Ya no es la
reinona que se comía el mundo. Salió seria, con un buenos días murmurado camino
de la peluquería. Es sagrada. Los martes, a la peluquería. Si te pilla una
imputación, que te pille con el cardado arriba, que es lo que les jode. Ese
problema no lo tiene el resucitado Francisco
Camps –qué injusta es la fama, leche-, que luce una calva poderosa y
altiva. La irrupción del Molt Honorable en hora de máxima audiencia me pilló
desprevenido. Qué tipo. Es un león de la escena. Qué maneras, qué empuje, qué
dominio, qué soltura con las manos enfatizando su enfado por quítame de ahí no
sé qué organización criminal. ¿Qué toma este payo? La leche, Paco, lo que te
faltaba. No me extraña que explotes. Sé como un personaje de Gym Toni, como un tertuliano de Toma partido, sácalo, sácalo, grita,
grita.
La guinda
Las ratas
Ha empezado la
desbandada. Por el capitán del barco. No les ha dado tiempo a huir ni a las
ratas, que sabemos que huelen la tragedia. José
Ramón Díez, director de TVE, se largó el jueves después de su concienzudo
trabajo de hundimiento de la tele pública, que la ha llevado a cotas jamás
vistas de desprestigio. Duele decir que es una tele residual, irrelevante. Tanto
quiso servir al PP que don José, el dimitido, la dejó inservible.
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