Cagaditas
(Artículo publicado el sábado, 12 de marzo, en diarios de EPI PRESS)
En los
encuentros menos formales es donde los invitados se relajan, y al no tener el
chip de la defensa encendido se sueltan de manos y, a veces, la cagan. Literal.
Le pasa al señor Coletas. Mucho. Don Pablo
Iglesias va suelto, muy a lo loco, muy chistoso. Tan loco va, tan sobrado, que
confunde el piloto rojo del micro del Congreso con el piloto rojo de la cámara
de un plató, y por eso, como Dinio,
confundido perdido, la caga. Hace unos meses, cuanto más salía en televisión,
más crecía su poderío político y mediático. Ahora, cuanto más ejerce de
diputado, más se le tambalea el sombrajo. Se ha relajado. Y dice cosas de
apariencia banal que retratan con fiera descarnadura un interior que te deja,
me deja, cada vez más perplejo. La tele es una jodida maga que te hipnotiza,
pero también una estricta gobernanta que recoge hasta lo que no quieres que se
vea.
Hace unas
noches, en distintos días, en El
Hormiguero, acudieron como invitados la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, y Antonio Velázquez, protagonista de la
serie Buscando el norte, en Antena 3.
Estaba Cifuentes tan relajada, tan divertida, tan suelta, que dijo que el
nombramiento caciquil del nuevo director de TVE, don Eladio Jareño, responde a la tendencia de politización de las
televisiones públicas porque los gobiernos han considerado que sus directores
eran altos cargos. ¿Eran? No, guapa, son. Y en TVE, hasta el bochorno. Sin
complejos, coño, sin complejos, dice altivo desde la esquina de la pantalla el
dúo Pimpinella Aznar-Cospedal. Por su parte el joven actor,
entre risa y risa, aseguró que una vez “hice mis cosas en un váter de mentira,
era parte del decorado, y no había agua, claro”. O sea, que también la cagó.
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