La autoestima
(Artículo publicado el jueves, 10 de marzo, en diarios de EPI PRESS)
Qué daño está
haciendo a este país la autoestima. Lo dice Joaquín Sabina. Yo también lo creo. Los concursos que pueblan las
pantallas, de toda clase y condición, de los que aspiran a cantar, o de los que
se encierran para exhibirse porque sí en casas que hieden a perro muerto, a
idea frita y achicharrada. Cuántas veces hemos oído a un cretino decir que en
su puta vida, por ejemplo, ha leído un libro, que él es así, que no piensa
cambiar, y ha recibido un montón de mensajes de apoyo en los que le animaban a
eso, a “sigue así, no cambies nunca”. ¿Que no cambie nunca un penco que sólo
tiene la barriga hecha tabletas pero la cabeza le funciona con el culo? Cuando
veo a esos chiquillos que apenas tienen 12 o 13 años cantando en Got talent, o en La voz kids, o en cualquier otra infamia repetir como papagayos que
el premio es estar ahí, y que van a darlo todo, y que ellos son así, se me
eriza el pelo, y pienso, otra vez, en lo mal que lo estamos haciendo.
Qué daño está
haciendo a este país la autoestima. Como eres así, pues nada, te quieres como a
nadie, y está bien, pero esa ceguera impide que veamos nuestras carencias. A las
redes salta de vez en cuando una frase-idea que no deja de ser un retrato feroz
de nuestra sociedad. En una pizarra, de las que hay a la puerta de los bares y
restaurantes de menú, se lee esta frase, “no olvides nunca que sabes leer y
escribir gracias a los maestros, no a los futbolistas”, dice la sentencia.
Cambiemos futbolistas por figuras de la canción ligera, o peor, por referentes
salidos de concursos como Gran Hermano
o de encharcados platós como el de Mujeres
y hombres y otros berzas, donde todos, pero todos, tienen la autoestima
cerca de Plutón. Un Nobel de Medicina no la tiene así.
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