El Caso
(Artículo publicado el jueves, 17 de marzo, en diarios de EPI PRESS)
Desde el minuto
uno me atrapó. Hablo de El Caso, que
estrenó La 1 el martes. Salvo los muy jóvenes, todo el mundo sabe qué era El
Caso. El periódico para porteras, se decía con desprecio. Tal vez fuera así. Jamás
lo leí, no porque no fuera portera, quién no lleva una dentro, sino porque
andaba en otras cosas. Visto hoy, con distancia, aquel periódico retrató con
una crueldad y sordidez una España que nada tenía que ver con los mundos que el
franquismo se encargaba de propalar, mundos de gente feliz que vivía en una paz
decretada. El Caso, la serie de La 1,
me enganchó desde el primer plano por su fuerza, por su cuidada ambientación,
por la potencia del primer caso, un crimen en el que se vio implicado personal
de la base americana de Torrejón. O sea, la bomba.
El primer
capítulo exhibió un brío indesmayable. Aunó tensión dramática con retrato de
aquella España machista donde los discursos oficiales estaban cargaditos de
palabras tan hueras como perversas sus intenciones. Dando empaque a la
historia, al caso publicado, un puñado de periodistas encarnados por una
excelente Verónica Sánchez y un,
quizá, en exceso arquetípico Fernando Guillén Cuervo –de él es la
idea-. En realidad destaca todo el equipo, desde Fernando Cayo al siempre buen malo Antonio Garrido o Marc
Clotet, que se desvela como un casado –con hembra, claro- que oculta unos
gustos sexuales que en la España del franquismo, de tan condenables, ni se
podían imaginar. La banda sonora es potente, cuidada, y subraya sin atosigar
los grandes momentos. Detrás de este tinglado, dos grandes artífices, Aitor Gabilondo y César Benítez –El príncipe,
Allí abajo-. Dirigió el capítulo Iñaki Mercero. El Caso, oro puro en La 1.
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