Guionistas
(Artículo publicado el martes, 10 de noviembre, en diarios de EPI PRESS)
Un día sí y otro
también se habla en los medios, y en la calle, de El hormiguero. Está haciendo unas audiencias que parecen no conocer
el desánimo. Por su plató pasa gente conocida de todo tipo, actores,
deportistas, cantantes y, cada vez con más tirón, políticos que se prestan al
juego de ir “a divertirse al hormiguero”. La cara visible del tinglado es Pablo Motos, un currante que ha elevado
el entretenimiento a una categoría de calidad que puede no encajar con tu sentido
del entretenimiento, pero no abochorna. Yo formaba parte de
la banda que veía el programa demasiado escorado a un infantilismo idiota, más,
a una sociedad muy infantilizada. Poco a poco voy cambiando mi opinión. Si nos
fijamos en el total, El hormiguero no
es sólo lo que ocurre en el plató. Para que tenga el brío que tiene, detrás de
las cámaras hay un equipo que no para.
Son los
guionistas. Apenas conocidos, pero imprescindibles. ¿Recuerdan que se pasó un
vídeo con la reacción de la gente, el día que Pablo Iglesias visitó el programa, al ver en una gigantesca
pantalla en Callao, en Madrid, la noticia de la unión entre Podemos y
Ciudadanos, contada por Mónica Carrillo
como si de verdad fuese cierta? ¿Vieron el vídeo de una chica futbolista,
transformada en chico por un equipo de maquilladores, que deja boquiabiertos
por su talento y habilidad a los tíos de ambos equipos cuando antes de tirar un
penalti se quita el maquillaje, la barba postiza, se suelta el pelo, y lanza el
balón como mujer? Bien, pues detrás de estos aciertos que se consumen en
parecido fragor al de un castillo de fuegos de artificio, siempre hay un nombre.
Y no es Pablo Motos. En los casos mentados, el autor es Jordi Moltó. Y es bueno saberlo.
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