Ataque de
cursilería en París
(Artículo publicado el domingo, 22 de noviembre, en periódicos de EPI PRESS)
No seré yo quien
reste ni una loa a la labor de las cadenas trayéndonos la información a casa
casi al minuto siguiente de que París sufriera el ataque de un puñado de
canallas, que Alá los condene. No será yo quien trate de restar mérito al
esfuerzo del Canal 24 H, que por otra parte es lo que tenía que hacer, cuando
la noche del viernes 13 les pilló en directo en una tertulia que se intuía
cansina y escuchada porque, recordemos, allá donde esté Alfonso Rojo, que se quite la cordura periodística para dar paso a
otra cosa, que Kapuscinski lo
condene. De un sumario centrado en el delirio calculado de Artur Mas tratando de escabullirse de un monstruo llamado 3% y
mafia Pujol, saltaron a las calles
de París porque las ráfagas de metralleta empezaron a llegar a las redacciones
con un estruendo paralizante. No seré yo quien no alabe esas casi cuatro horas
de televisión en directo manejadas por Sergio
Martín con decisión. Aunque sí seré yo quien le diga, y aunque parezca
frivolidad no lo es, que no se le entiende nada, o dicho como lo diría nuestro
líder supremo, se te entiende poco, ladrón. Verás, Sergio Martín, hasta ahora
me había acostumbrado a suplir las sílabas que se traga Susana Griso dedicándole horas por la mañana a su alocada manera de
verbalizar. Y al final te acostumbras, la entiendes. Pero lo tuyo no es
tragarte sílabas, es que no dejas ni una para que pueda uno apoyarse y
seguirte. Aún así, entre la BBC y vosotros, y por supuesto el chisporroteo que
no cesaba en las redes sociales, me fui haciendo una idea de lo que pasaba en
las calles parisinas. Ningún programa se interrumpió. Ni el cine de La 1, ni Tu cara me suena en Antena 3, ni Equipo de investigación en Cuatro, y por
supuesto ni el fallido estreno de la octava temporada de Hermano mayor en Cuatro, ahora en manos del boxeador Jero García. Pero…
Jo, Mari, donde está la noticia, allí que voy. ¿Te gusta mi peinado, loco, casual, de periodista de raza? Es que soy la más, tú. |
Mila y el futuro de Matamoros
…pero siempre
nos quedará un programa como san Ryszard
Kapuscinski manda, un programa de referencia informativa, un tótem del
periodismo a muerte, el faro por el que guiarse cuando la fortaleza flaquee. El
único programa en directo que se veía la noche del viernes en una cadena
nacional generalista en España era Sálvame
de Luxe, que Vasile lo proteja.
Sus dramáticos caníbales celebraban un aquelarre más entre esputos, salivazos,
amenazas y fieras dentelladas a la víctima de la semana según marcara el guión,
ya Lydia Lozano, ya la Patiño. Y de repente, zas, le acercan a
Jorge Javier un papel mientras habla
con Mila Ximénez. Y lee. Francia
cierra sus fronteras, la policía aconseja que la gente no salga de sus casas,
van más de 60 muertos, hay 100 rehenes en una discoteca. Y como un jabato, como
un periodista curtido, pasa de la información de alcance al periodismo de
investigación que lo tenía atado al sillón antes de que osaran interrumpirlo
con semejante tontería. Pensado, y hecho.
De los muertos de París, a lo esencial. Y dijo, “Mila…” Mila, que pensaba que le iba a preguntar por
el atentado, con cara y tono serio, respondió un seco “qué”. ¿Cómo se encara en
este momento el futuro con Kiko
Matamoros?, pero no digas nada, hazlo después de la publicidad. Toma ya. ¿No
me digan que no es brillante? Sálvame y
el Canal 24 horas unidos por el mejor periodismo. Al día siguiente, y hasta
hoy, todo cambió en las cadenas. A pesar de ser sábado la máquina se puso en
marcha. La Sexta hizo un especial Al rojo
vivo, y Las mañanas de Cuatro, y Espejo público se fueron a París, y por
la tarde Pedro Piqueras, en un
ataque de dignidad, presentó un especial como en los viejos tiempos, como antes
de que, tal vez sin remedio ni vuelta atrás, fuese atacado por el virus sin
antídoto de Paolo Vasile, el hombre
para quien, pase lo que pase, todo es susceptible de formar parte del
espectáculo. Y así hay que vender hasta los informativos, como un género más
del entretenimiento. Tanto es así, que ese especial, con contenidos a la altura
de los hechos, sin concesiones, apenas logró el 9% para una cadena que roza los
3 millones y el 19% de cuota de pantalla un día normal. Si nutres a tu
audiencia con fritangas no esperes que abra la boca cuando le das merluza
fresca.
Vamos, no me jodas, Ferreras... Hasta con las velitas en las manos |
Datos, no sensaciones
Pero insisto, no
seré yo quien reste valor al esfuerzo de las cadenas atendiendo el compromiso
de informar sobre unos hechos que nos aterran, afectan, y duelen. Pero eso no
impide que me quede loco con la imagen de periodista homeless de Antonio García Ferreras, que micrófono
en mano nos ha regalado momentos que pasarán a la historia del periodismo más
vacuo, sensacionalista y amarillo de los últimos tiempos, quizá al mismo nivel
del que, intrépida y barbie periodista, nos brindó Ana Rosa Quintana. Ver a Ferreras, el hombre que termina Al rojo vivo con el mantra “más
periodismo, Helena Resano, La Sexta
Noticias”, delante de los altares callejeros diciendo una y otra vez, y otra y
otra, y así en cada conexión, que los lugares de los atentados se han llenado
de flores, de velas, y hay claveles en los agujeros de bala, y miren este
agujero aquí, en esta pared, y este otro aquí, agujeros mortíferos, y miren,
miren cómo esta mujer enciende una vela de respeto, y miren la sangre de alguna
víctima… Basta, joder. No ha sido el único. Estos días se ha hecho un
periodismo de aluvión, improvisado, y eso es bueno, así suceden las cosas, de repente,
pero si no hay nada que decir, no se dice nada, salvo que seas tertuliano, que
sabes de todo. Conectar otra vez con la unidad móvil frente a Le carillón o Le
petit Cambodge para ver que otra pareja llora y pone una rosa en el suelo no
tiene sentido. No seré quien no alabe la labor de las cadenas, pero ojo, el
periodismo ha de estar refrendado por datos, por la voz de los expertos en
terrorismo –como es el caso-, y alguien ha de ser frío y frenar la humana
tendencia al sentimentalismo cursi del periodista embargado por emociones que
informan de sí mismo, no de los hechos, salvo que seas Carlos Herrera embargado por el show, que lo explica todo
haciéndose una foto con cara intensa rodeado de flores y velas en París, y no
era su entierro.
Don Herrera en su onda, gesto intenso para dar testimonio de periodismo de... perdón, es que no puedo decirlo, meseforma una cosa en la garganta que me troncho. |
La guinda
La patita de Rivera
En cuanto le
aprietan, le sale el otro. Albert Rivera
acudió con una sonrisa en la cara a El
intermedio a echar un rato con Sandra
Sabatés –sin afonía ya- y Wyoming.
No es El hormiguero, pero es un
formato de humor y, bien aprovechado, de lucimiento. Hasta que Wyoming preguntó
por “el coñazo” de la memoria histórica y las calles y plazas con nombres de
criminales franquistas. El ciudadano Rivera sacó la patita del otro.
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