Noche de ánimas
(Artículo publicado el domingo, 1 de noviembre, en periódicos de EP PRESS)
No es que me
vuelva loca como Belén Esteban
escuchando a su primer novio. No es que esté todo el rato dándole a la neurona
como Fátima Báñez “para sacar a
España de la crisis”, que otros crearon, rica, que otros crearon, dice desde el
otro mundo Mariloli de Cospedal
moviendo sus manitas así, en paralelo, de arriba abajo y de abajo arriba, como
una muñeca articulada, enseñando sus dientecillos de ratita y su sonrisilla de
creernos gilipollas, usted ya me entiende, en fin, no es que esté todo el rato
fuera de mí como Mariano Rajoy, mi
querido presidente, lo está buscando como un sabueso algo o alguien para
debatir –los debates son mi medio natural, dijo a principio de semana en La
Moncloa a modo de despedida, y prometo que es así o me infligiré el horrendo
castigo de ver dos o tres capítulos de Gym
Toni sin diazepam ni hostias, a palo seco, como si no hubiera más dios que
sus guionistas y más profeta que Paolo
Vasile-. ¿El debate es el medio natural del hombre plasmado? ¿El tío que
responde “joder, es increíble” a las preguntas de la prensa es el mismo que
asegura que su medio natural es el debate, es decir, la confrontación verbal,
el intercambio de ideas, el escuchar al otro por muy lejos que esté de tu
opinión? Venga ya, se contesta el propio Rajoy dejando una coletilla en el aire
“¿y la europea?”. En resumen, no es que esté noche y día liado al fantasma de
esta semana, el fantasma de imaginarme a Íker
Jiménez mirándose al espejo dando un respingo al verse antes de retorcerse
de la risa diciéndose “pero qué cojones tienes, cabrón, pero qué tío más listo,
mira que sueltas gilipolleces cada domingo y nada, ahí sigues, con tus
misterios y tus trolas”. No estoy noche y día pensando en eso, pero tiene su
aquél, y de vez en cuando lo pienso. ¿Qué pensará Íker Jiménez del tío que sale
en la tele y cuenta historias de misterio misterioso llamado Íker Jiménez?
Que nada, que no hay manera. Que ni puta gracia. Cuantas más caritas ponen de "uy, qué divertido", más cara de regugnancia me sale. |
Refugiados misteriosos
Decía el domingo
pasado en una de sus reflexiones, rodeado de legajos, papiros, libros, papeles y
notas de sabio, en un escenario de sapiencia, tan alejado de las patas sobre
las que descansa su negocio en Cuatro, ese Cuarto
milenio hilarante, que hoy en día nada dura nada, y lleva razón, la prueba
está en su propio teatro, un misterio se carga al de la semana pasada, una
superchería sustituye a la anterior, una mamandurria limpia la última
patochada. Pero a veces te da la risa. El equipo de Cuarto Milenio es capaz de sacarle punta a una viga de hormigón.
Los hermanos David y José Manuel Muñoz, los de Estopa,
pasaron por el plató del programa para presentar su videoclip. El vídeo es una
cagada. Al final, montados en una lavadora, literal, son lanzados al espacio
como si viajaran en una nave espacial. La carcajada que solté fue paranormal. También
hablaron de que en alguna ocasión han visto un fantasma. Me vale, dijo Íker,
que vengan y lo cuenten. Y lo contaron, hecho que para el humorista de las
tinieblas fue una historia increíble, maravillosa, y que convierte a sus
protagonistas en valientes por decirlo. Este tío defiende su negocio como una
leona. ¿Pueden ser los refugiados sirios objeto de la voraz nave del misterio?
Pueden. Pasan un reportaje con imágenes de sirios atravesando países, imágenes
conocidas porque las vemos en informativos y programas. ¿Cómo las cuenta el
narrador de Cuarto Milenio? Con voz
impostada, grave, oscura, como si nos contara una de sus truculentas historias.
Después, el debate. Empieza Jaime
Garrido, un arquitecto con asiento fijo en el cuadro de colaboradores, que
habla de la capital Siria como Dramasco. ¿Qué me dicen? Drama y asco, corre a
explicar su hallazgo por si no lo hubiéramos entendido. Luego habla Eric Frattini, que desempolva la
“hipocresía de los occidentales”. ¿Y? ¿Dónde está el misterio? No lo hay, pero
ellos lo analizan todo desde su cedazo fantasmagórico, paranormal, oculto,
misterioso. Si alguna vez se han subido a esta nave tronchante, no se pierdan a
su señora, a la de Íker, a Carmen Porter.
Tal para cual. Sólo un necio puede despreciar eso –sus visiones, su rollo, sus
trolas-, dice solemne Íker Jiménez.
No sé vosotros, pero yo veo en la imagen un fantasma. |
Esta misma
semana estrenaba La Sexta Luces rojas, la película de Rodrigo Cortés en la que Robert
De Niro hace de vidente. Pero un joven investigador, descreído como los necios de Íker, descubre los engaños del
adorado cantamañanas que a pesar de hacerse el ciego para acentuar sus poderes
adivinatorios, coge al vuelo la moneda que el joven le lanza en mitad de un
espectáculo. La gente, atónita, descubre la farsa. Pues eso, Íker, pues eso. Yo
que él sacaría punta a la nave del misterio con hechos útiles del tipo ¿por qué
Justin Bieber acude el miércoles al
programa de radio de Dani Mateo, a
los ocho minutos de entrevista dice que va al baño, se levanta del asiento, y
no vuelve nunca más? Desaparece, Íker, desaparece, coño, di algo, pon a tu
equipo a tope, estimúlalos, averigua qué tiene en la cabeza ese gilipollas. Haz
algo útil, Íker, y averigua por qué Los Morancos, y Ken, el marido de Jorge
Cadaval, interesan más en La 1 con el señorito Bertín que el presidente del Gobierno con Ana Blanco, que hizo un patético 12% de audiencia el lunes. Y
hablando de Ana Blanco y Rajoy, Íker, es imprescindible que en Cuarto Milenio dediquéis un tiempo
prudencial a A) comprobar si Ana y Mariano llevan el mismo tinte de pelo, y B)
sacar a vuestros expertos, incluido el forense de la tele José Cabrera, esa estrella, y derribar con sus análisis el mito de
que la periodista vasca sólo tiene cabeza y tronco, como las estatuas griegas
mutiladas, es decir, es un ser real que hasta usa tacones, como vimos en
algunos planos. Explicadlo, malandrines, y dejad tranquilos estos días, y los
anteriores, y los que vengan, a los muertos, a las ánimas, a los fantasmas
–salvo que indaguéis en los que devoran el cerebro de Christine Lagarde, la del FMI, o los del BCE, e incluso los que
pueblan la cabeza de algunos obispos-, pero haced algo útil, aunque sigáis sin
perder el sentido del humor.
Jorge Cadaval y su marido, Ken Appledorn. |
La guinda
Que hable Mariló
Que nadie se mueva.
Es urgente, preceptivo. Que callen los ministros, los expertos, y se le dé voz
a Mariló Montero para que nos saque
de dudas. Hasta que la pensadora no se pronuncie sobre la relación entre el
cáncer y el consumo de carne roja seguiremos dando palos de tertulia en
tertulia, seguiremos en el reino de la tiniebla, tan caro a Íker. Los ganaderos
y médicos han hablado, pero qué es ese ruido sin la sabia opinión de ELLA.
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