500
(Artículo publicado el martes, 24 de noviembre, en periódicos de EPI PRESS)
Televisión
dentro de la televisión, o al menos la televisión que habla de la televisión
sin ser una crítica de televisión. Es Zapeando,
que ayer lunes celebró sus 500 emisiones. Un éxito rotundo al que este
impaciente le dio pocas semanas porque los primeras tardes, y ahí están en la
videoteca, eran un lío del copón. El programa chirriaba por todas partes.
Recuerdo la grima que me daba Santi
Villas, sí, el hermano de la brillante Thais,
quizá porque no entendió el formato o porque el formato se andaba buscando. La
audiencia le dio la espalda porque Zapeando
no era ni una cosa ni la otra, como Albert
Rivera, y así me explico bien. Los colaboradores ejercían de críticos de
televisión de los vídeos de los programas emitidos el día anterior. Pero
recuerdo aquellas primeras tardes como un lío de gallinas donde cada cual
cacareaba como podía.
Pero
el equipo, y la cadena, reaccionaron rápido y, sobre todo, confiaban en el
programa y no se rindieron –otro caso de tozuda apuesta, pero patética, es el
de Un tiempo nuevo, que en Cuatro se
desangra cada semana desde hace muchas-. Ajustaron colaboradores, remozaron el
decorado, y atinaron en la exposición de contenidos. Miki Nadal, Quique Peinado,
Cristina Pedroche, Ana Morgade, o Anna Simón forman un conjunto muy bien avenido. Se divierten allí,
y nos divierten en casa. Zapeando es
hoy una de las citas más frescas de la tele, y encaja como un guante en el
espíritu de La Sexta. Para celebrar los 500 programas, Frank Blanco, que ha sabido pastorear al ganado de colaboradores
adoptando el rol de anti presentador, se tatuó ayer algo en su cuerpo. La
audiencia se ha convertido hoy en otro cómplice de Zapeando, y ahí reside otro puntal de su fortaleza.
Equipo visible de Zapeando, que celebra sus 500 programas de emisión. |
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