El
gran YO
(Artículo publicado el sábado, 27 de diciembre, en diarios de EPI PRESS)
En el programa
de hoy conoceréis a mi mujer, Aurora,
enseña Miguel Ángel Revilla en las
fichas que muestra a cámara a modo de sumario. Luego nos llevará a la casa de
los Reyes Católicos en Zaragoza rodeado por niños que harán de guías, hablará
más tarde con “la jueza que se enfrenta a los políticos”, y con “el padre que
movilizó a España para salvar a su hija Aitana”,
y visitará un pueblo que vende sus productos por internet. El programa del ex
presidente de Cantabria se llama Este
país merece la pena, y lo emite Telecinco la mañana del domingo. Es un
fracaso. Un relleno para llegar a las noticias. Pero Revilla, el mesías, va de
campeón de la pantalla. Cuando visitó a Aitana, la niña que sufre una
cardiopatía congénita, tuve la impresión de que la tocaba una especie de dios,
de curandero fabulador, que imponía sus manos sobre la cabeza infantil.
Así se las gasta
don Miguel Ángel. Su YO es inabarcable. Iba a Tarazona para destacar el coraje
de los padres de Aitana, que tuvieron que conseguir un millón de euros que no
tenían para la operación en Boston, entre otras cosas juntando tapones de
plástico, pero el que hablaba era él para que todos conociéramos su profundo
desprecio por la pila de políticos corruptos “que erigen rotondas o estatuas
innecesarias pero no ayudan a esta familia”. Cuando llega al palacio zaragozano
de La Aljafería saluda a un grupo de japoneses como haría, uno por uno, un
político en campaña electoral levantando a niños en volandas para darles un
beso en la frente. Los japos no lloran, pero yo empiezo a cansarme del ego de
este hombre, que sin medida ni control, más que Este país merece la pena parece pedirnos que gritemos que es
Revilla quien la merece.
Miguel Ángel Revilla en Barcelona. El ex presidente cántabro destaca hechos y gentes en positivo en Este país merece la pena, y esa idea está bien en un tiempo tan gris y negativo, pero su ego le puede y el hombre aparece en el programa no como presentador sino como el mesías que necesita la masa. |
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