Ébola,
otras secuelas
(Artículo publicado el martes, 14 de octubre, en diarios de EPI PRESS)
El virus del
ébola es letal, como sabemos. Hay días en Sierra Leona en que los muertos
superan los 120 fallecidos. Tremendo. Aquí no teníamos ese virus. Teníamos el
de la corrupción, el de la desfachatez política, el de la inmoralidad sin
límites de algunos directivos de Bankia y de otros chiringuitos financieros que
exigen austeridad a los demás mientras practican el derroche sin límite, teníamos
el virus de la estupidez y la mediocridad premiada, pero no el del ébola. Mariano Rajoy y su Gobierno nos trajeron
ese virus, que ya campa por el país, por Europa. Gracias, presidente, gracias.
En cuanto se ha descubierto que el traslado de los religiosos con ébola fue un
desatino se ha vuelto la vista al origen, a aquella decisión atolondrada de un
gobierno fanfarrón y beato.
Cuando hay asuntos
de envergadura nacional los ciudadanos suelen mirar a la televisión pública
para seguir la evolución de los hechos, es decir, la gente veía en TVE un
refugio de credibilidad, limpia de alharacas, sabía que estaba en buenas manos
porque iba a ser informada con rigor, pluralidad de puntos de vista, y
practicando lo único que debería dar una tele pública, periodismo de calidad,
sin ataduras políticas. Pero eso es pasado. Es la primera vez, ante un caso de
notoriedad nacional como el virus del ébola, que la gente prefiere informarse
en Telecinco y Antena 3 que en TVE, vejada y humillada por las cadenas
privadas. Es comprensible, pero insoportable. Estas secuelas del ébola no son
tan baladíes como pudiéramos pensar. Alguien debería de mirárselo. Y dimitir.
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