Auryn
en calzoncillos
(Artículo publicado el domingo, 13 de octubre, en diarios de EPI PRESS)
Yo no sé si hay
gente tonta o gente que se lo hace, o gente muy lista que se hace la tonta para
parecer ofendida. Cámbiese tonta por otro adjetivo y llegamos al caso de Auryn,
un grupo juvenil que despierta pasiones. Están de gira por los platós, por
todos los platós, con nuevo disco. Lo mismo los vemos en Todo va bien, que de nuevo cambió de hora –de las 9 a las 10´30 de
la noche, pero no levanta cabeza- que se dan una vuelta por T con T, que tampoco está triunfando en
la tarde de La 1. Aquí nos paramos, en lo de Toñi Moreno. No sé cómo fue ni por qué, creo que por imitar una
foto de la revista Rolling Stone que en su día hizo otra banda para
adolescentes gritonas como Backstreet Boys, que se bajaron los pantalones a la
orden del fotógrafo, que les dijo que se quedaran en calzoncillos y que
abrieran un poco las piernas “porque eso a las chicas las vuelve locas”. He
visto el vídeo del momento, y es de una corrección conventual. La Toñi se
desata, como es su costumbre, y va de un sitio a otro del plano contando hacia
atrás para llegar al momento cumbre en que los cinco se bajan el pantalón, se
oyen risas y gritos en el plató, se suben el vaquero en unos segundos, y se
acabó. Eso es todo. Una tontería. Pues bien, hay espectadores que con esos
escasos segundos de carne al aire tuvieron bastante y han protestado a TVE por
hacerlo, ojo, en “horario de protección infantil”. Ya estamos. De nuevo los
críos como tapadera de borricos. Como si lo único que pudiera escandalizar a un
crío es verle a otra criatura las pantorrillas o, más pecaminoso e inmoral aún,
el culo o el bulto del paquete. Atención, pregunta. ¿Es ofensivo, nocivo,
tóxico y peligroso, y habría que proteger a la chiquillería de programas como Pequeños gigantes o Tu cara me suena mini, donde son los propios chiquillos los que se
convierten en bocado voraz de intereses comerciales a un precio aún no
cuantificado porque se someten a una presión, expectativas y espíritu
competitivo impropias de su edad? Qué demagogo soy, mira que mezclar calzoncillos
con el salero de esos infantes.
Esta es la imagen que tanto ha molestado a los espectadores de más alta moral, como si estos zinguangos fuesen el mismo diablo que subió de los infiernos para llevarnos a todos con ellos. Todo por los niños, que no pueden ver imágenes de tan nocivo contenido peligroso. |
Sin sexo no hay serie
La señora Mercedes Milá, tan fina y puntillosa,
dice en En la caja, Cuatro, otro
programa que empezó brioso y se va desinflando como las mentiras del PP que
reflejan algunas encuestas, que no, que faltaría más, que ella no le da a
cualquiera sus datos personales, como le piden en la entrega dedicada a la
Cienciología, porque eso es como si la desnudaran, y que todo tiene un límite.
Porque la entiendo, me descacharro con el cerebro de esta señora. Ella puede
enseñar las tetas, el culo, llevar andrajos de última moda que dejan el chichi
entre brumas y gasas, lo que quiera, pero ella sabe que eso es nada, es humo,
que ahí no hay más que carne. Otra cosa es enseñar su interior, “datos
personales que no enseña a cualquiera”. Y otra manejarse como se maneja en la
casa de Gran Marrano donde, creo, han seleccionado a lo más granado de los
borricos. Esos, para gusto de quien sigue semejante tontería, enseñan lo único
que pueden enseñar, revolcones, peleas, simpleza, y mal gusto. Pero no puedo
hablar mucho porque sigo sin apetito y aún no he conseguido pararme más de
cinco segundos cuando veo asomar sus caras en la pantalla. No me resulta ni
ofensivo. Me resulta cargante, aburridísimo. La marca Telecinco se cumple hasta
en sus series. ¿Han comprobado que en Hermanos,
la serie de los martes, se echan varios polvos por capítulo con regularidad
matemática? Recuerden que en El príncipe
ocurría lo mismo. No hay capítulo en que un hermano, que suele ser el que interpreta
Antonio Velázquez, no se baje el
pantalón y se quede en cueros sobre alguna señora. Es la cuota que impone Paolo Vasile a los guionistas para dar
vía libre a sus historias. O lo tomas o lo dejas. Compruébenlo y me dicen. Si
no hay ñaca ñaca, aunque sea relamido, qué sentido tiene una serie en
Telecinco.
Esta imagen del trío, dos hermanos, Antonio Velázquez y Álvaro Cervantes, y la vecina, María Valverde, se puede repetir un par de veces en Hermanos, la serie de Telecinco. Para que una serie, digamos que no sea del tipo chabacano con gritos, risas, iluminación de feria, o sea, a toda pastilla, a fogonazo limpio, tipo La que se avecina, que no necesita nada más, para que una serie que no sea así se pueda emitir en Telecinco, o sea, una serie con ambiciones, tipo El príncipe o Hermanos, Paolo Vasile lo tiene claro, y es inflexible, y se puede comprobar. Durante el capítulo, venga o no a cuento, tiene que haber una o dos escenas de cama. No falla. A mí me da la risa porque es muy descarado. |
Aparta de mí ese pene
Sin salir de
Mediaset y sin abandonar el cinismo ya mismo veremos en Cuatro la versión
española de Adán y Eva, el concurso
de ligue que se hace en una isla con sus participantes en cueros. ¿Desnudos?
Bueno, desnudos con sus cosas pixeladas, para que nadie se ofenda si ve un
cuerpo como es un cuerpo, con su culo, sus nalgas, su pene si es chico, su
vagina si es chica y, en fin, eso que tenemos los humanos. Es decir, una majadería.
El reclamo, es decir, la verdadera inmoralidad, es que se dice que irán
desnudos, pero a la hora de la emisión las imágenes se someterán a la censura
de la postproducción tapando con nubes digitales los órganos, esa cosa tan
peligrosa. Las teles juegan de nuevo con la hipocresía elevada a una potencia
ofensiva. Si anuncias un concurso de citas con el frutal al aire, no tapes las
peras ni las manzanas porque estás estafando a la audiencia. No pixeles, porque
si lo haces qué le importa a nadie lo que digan los recauchutados que saquéis.
Miré un vídeo de la versión que emite una tele yanqui y casi rompo el
ordenador. Veo a una rubia pechugona y a un pelo rasta con más tetas que la
señorita haciendo ejercicios de yoga, pero resulta que el escultural maromo es
incontenible, y en cuanto toca a la hembra se le pone el pito como una tarjeta
de crédito de los directivos de Bankia. El tío va por la selva con el rabo
tieso. Y ella, una señorita que no sabía donde se metía, confiesa a cámara que
es incómodo tener una polla en la cara todo el rato. Pero lo alucinante es que
el espectador sólo ve el fruto de la censura. Es decir, no salimos de lo mismo.
Nick Jonas, el menor de los Jonas
Brothers, otro grupo para adolescentes encabritadas, ha lanzado su carrera en
solitario echándose mano al paquete, y por todos los santos que tiene donde
agarrarse, en unas fotos para una revista. Va en calzoncillos, como los Auryn,
pero en más canalla. La etapa Disney y la infancia voló, y Nick lo sabe, por
eso se agarra al pajarito, para que no se escape. En resumen, que sí, que a la infancia hay que
protegerla, pero no seamos falsarios viendo en unos calzoncillos al demonio.
Esta ridícula e incomprensible imagen es la que se ve cuando se censura justo el reclamo con el que se hizo el programa, es decir, que los concursantes irían en bolas. Tú sabes a qué vas, tú sabes lo que verás si ves este tipo de productos. Cuatro ya prepara su particular Adán y Eva. No defraudará. Es decir, censurará los pitos y las almejillas de sus concursantes de la isla. Un puro disparate. |
La guinda
Torrente en GH
Como Santiago Segura el insoportable ha
pasado por todos los espacios de Atresmedia, sólo le quedaba entrar a una
pocilga, y lo conseguirá la semana que viene entrando a las cuadras de Gran Marrano. Nada nuevo puedo decir
alguien que apenas tiene nada que decir. Y ninguna gracia puede hacer alguien
que no la tiene. Pero, como otros, están en todas partes. Qué cansino el
hombre, qué poco chiste tiene. Qué pesado.
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