Marta
Nebot
(Artículo publicado el domingo, 13 de julio, en diarios de EPI PRESS)
Parece que lo
que se pedía de ella, que fuese más graciosa y follonera que incisiva, más
dicharachera que reportera, ya pasó. O pasó ampliándose a otro perfil, el de
periodista sin más, sin gansadas, sin destacar el sentido del espectáculo sobre
la información. Una revista matinal como el programa de Ana Sosa Quintana lo ha conseguido. Hablo de Marta Nebot. Hablo, para quien no la sitúe aún, de la periodista a
la que el estadista sin complejos José
María Aznar le metió en el escote un bolígrafo como respuesta a la
pregunta, incómoda, que le hizo la sevillana. Marta Nebot tiene asiento
reservado en la tertulia seria del programa, donde rodea a la reina madre Quintana,
siempre en estado de revista, bien cardada y lacada, lo más florido del
periodismo patrio, desde la risa de hiena, cínica y fría de Eduardo Inda, al beligerante torticero Alfonso Rojo.
La periodista
Marta Nebot tiene una sección doble. Hace un reportaje de crónica política que
suele incluir una entrevista de actualidad, y se sienta como tertuliana en la
mesa de opinión. Debería de ser lo normal, pero cuando un día dijo que para
prepararse la entrevista con Pablo
Iglesias se leyó el programa electoral de Podemos, me pudo. Eso no lo hace
nadie, o poca gente. Bien por falta de tiempo o por exceso de desidia, o porque
nadie exige a ese supuesto periodista información rigurosa sino información de
relleno. Marta Nebot no sólo hace bien esos reportajes, aderezados con chispas
pícaras de quien está informado, sino que en la mesa de opinión no sólo está a
la altura de los tertulianos estrella sino que en más de una ocasión se los
come con patatas. Señora, enhorabuena.
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