¿Y
esa caja?
(Artículo pubicado el martes, 2 de julio, en diarios de EPI PRESS)
Vale, te sueltan
en cualquier lugar, pero tú no tienes ni puta idea de dónde estás. No lo sabes
porque tú vas dentro de una caja, una caja grandota, de madera, cerrada como si
dentro viajara Harry Houdini, vamos,
con cerrojo y todo. Vale, me lo creo. Me creo sin respirar que Pedro García, el Hermano mayor de Cuatro, no sabía que iba a ser soltado en el barro
ceutí de El Príncipe, el de la serie. Me creo que nadie hubiera hecho antes
labores de producción para hablar con los chicos que juegan al fútbol en un
campo cercado, que fue el resolutivo Pedro el que se topó así, por casualidad,
con un taxista que le dio un garbeo por el barrio, y que dio con Hamido por su cuenta para hacer de guía
y descubrir un barrio insalubre, intransitable, sin canalizaciones, sin accesos
para ambulancias o policía, un bario donde la mafia y la violencia son el pan
diario.
Me creo que
Pedro da con una mujer mayor, Fatma,
que le enseña su casa, símbolo de pobreza y abandono, con humedades, hacinamiento,
y Pedro, sincero, siente rabia porque no entiende lo que pasa en ese barrio
donde el 99% de la gente es musulmana y el 55% está en el paro. Vale, Pedro, en
un día que lleva en El Príncipe, ya tiene los contactos necesarios para hablar
con dos viudas jóvenes cuyos maridos yihadistas se volaron en Siria llevándose
por delante a cientos de inocentes. Este Pedro es un crack. Ha llegado a un
sitio metido en una caja, cuando se abre descubre que es Ceuta, y el tío
elabora un reportaje de gran sensibilidad social. Me gusta cómo lo hace. Pero
por favor, que alguien me explique por qué tiene que hablar dentro de La caja –domingo, Cuatro-.
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