Inocentes
(Artículo publicado el sábado, día 28 de diciembre, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)
No hablo del ya clásico especial dedicado a los inocentes de la
tele y la fama que caen como piojos en historias truculentas que uno, desde
casa, siempre descubriría pero que los otros, ya sean Mariló Montero, Anne Igartiburu,
o Carmen Lomana, o quizá por eso, se
tragan como tontas. Inocente, inocente
es un buen programa de entretenimiento que va pasando de cadena en cadena
–lleva algunas temporadas en La 1- organizada por la Fundación Inocente, que
ayuda a los pequeños con carencias físicas o síquicas. Este año, los inocentes
de La 1 han vuelto a ser unos pardillos, todos han estado a la altura de lo que
de ellos se espera, sentido del humor, saber estar y, una vez descubierto el
pastel, dejarse llevar. Pero yo quería hablar de otros inocentes. Quería hablar
de los inocentes de Uno de los nuestros,
programa de talentos musicales –sí, otro- que también emite La 1. ¿Emite o ha
emitido? No es pregunta retórica. Es que no lo sé, y lo digo como lo diría mi
prima Mariloli Cospedal, con toda
tranquilidad.
Sea o haya dejado estos días de ser, ha sido un pestiño presentado
por Carlos Latre, que ha puesto su
empeño, pero desde el primer día se vio que ese barco se iba a pique. La cosa
iba de elegir cantante para la orquesta Uno de los nuestros. Punto. Pero de
este fiasco me ha llamado la atención el jurado. ¿Saben que estaba en él el
gran bufón Javier Gurruchaga? De la
vacuidad tópica de María del Monte
se espera cualquier cosa, pero de Gurruchaga echaba uno en falta cierto
venenillo, un despendole, un poquito de surrealismo. Y no. Ha pasado con mucha
pena y sin nada de gloria. Inocente, inocente.
Aquí va un enlace por si ni siquiera conocéis el programa.
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