El
juguete
(Artículo publicado el sábado, 30 de noviembre, en diarios de Editorial Prensa Ibérica)
Cuando el lector lea estas líneas es posible que Canal 9 sólo sea
una pantalla en negro, un impresionante silencio, un ruido de muertos, el mismo
que se oye donde antes se oía Nou Ràdio. El viernes, día en que se pulsaría el
botón que llevaría a negro la pantalla, llegó a las instalaciones Paco Signes, que ha subido al altar de
la tendencia mundial en Twitter con su apodo, Paco Telefunken, por negarse en el último momento a apretar el
garrote a la cadena. El técnico no estaba dispuesto a pasar a la historia de
Canal 9 como su verdugo visible, que los otros, los verdaderos matarifes, se
fueron de excursión a Ibi, el pueblo alicantino. Cuando por estas tierras se
ponen estupendos les sale la vena del disparate que junta como nadie lo cómico
y lo trágico. Los trabajadores, a los que les duele la boca de pedir perdón por
sus fechorías informativas, invitaron, por primera vez, a Beatriz Garrote en un gesto agónico para hablar del accidente del
metro de Valencia.
Ese gesto de desagravio resume en Beatriz y su asociación tantos
años de manipulación y desprecio por la realidad, diseñada a medida de quienes
se sentían, legitimados por los votos una y otra vez, dueños del cortijo. ¿Qué
hacían los verdaderos culpables del cierre de la radio y televisión pública
valenciana, que alentaron con estrepitosa fanfarronería el insoportable
despilfarro de dinero público, dónde estaba Alberto Fabra y sus colegas en ese momento? Reunirse lejos del
volcán, en tierras alicantinas. Luego, felices, como niños, se fueron a inaugurar
el Museo Valenciano del Juguete de Ibi. ¿Mera casualidad, o fatídico
simbolismo? A tele, juguete muerto, juguete puesto. Y tiran porque les toca.
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