Menos lobos, debatientes
Uno en casa
puede llegar a las manos con el de enfrente, con el energúmeno que dice cosas
con las que no estamos de acuerdo mientras el vecino, al que casi oímos a
través de la pared, aplaude lo que a mí me repugna. Si esto ocurre, que puede
ocurrir, quien gana es la cadena que monta ese tablao para conseguir el efecto
deseado. Antes, en la televisión canallita llena de canallas del mundo rosa,
tanto de un bando como de otro, es decir, los que hablaban de unos como
expertos y los famosos objeto de esas habladurías, montaban escándalos muy
sonados. Las navajas verbales volaban por el plató. Pero ese circo seminal
empezó a decaer por hastío del personal, y las cadenas, que no le tienen apego
a nada en especial si la audiencia no se lo tiene, hicieron limpieza y
empezaron a caer torres que parecían eternas. La Noria, ¿Dónde estás,
corazón?, y algunas otras citas que hoy suenan a televisión rancia e
imposible, quizá porque no está el corazón para chismes de corazones que no
sean los que va destrozando la realidad. Pero eso ocurre en las televisiones
normales. El corazón ha desaparecido de Antena 3 como un puesto de trabajo en
la mano de un empresario. El corazón nunca llegó, salvo rebotado para hacer
leña con el lejano Sé lo que hicisteis, a
La Sexta. El corazón jamás se asomó a la ventana de Cuatro, ni siquiera cuando
la barca fue manejada por Paolo Vasile.
Es Telecinco, siempre tan humana, la que mantiene la llama de un corazón en
estado de quebranto y drama perpetuos. Y TVE. Faltaría más. El corazón en TVE
es un cáncer dulce del que no hay vacuna que lo erradique. Al cabo del día, más
de dos horas de tonterías. Eso sí, sin tertulianos, que el mercadillo de la
fatuidad con cuatro lagartas hablando de toreros, marquesas, modelos, y pamemas,
tuvo que cerrar porque el +Gente de Anne Igartiburu hacía aguas desde que
nació. Creo que Mariló Montero tiene
por las mañanas algo parecido a una tertulia rosa. Poca cosa. Sin gritos. Para
echar el rato. Así que a espectáculo muerto, espectáculo repuesto.
Yo en Lugo, tú en Almería
¿Cómo lo han
renovado las cadenas? Con la política. Y con buenos datos de audiencia. La
verdad es que los políticos dan juego para eso y para más. Dan juego para
hablar de su rollo y dan juego para hablar de la cosa rosa. Si uno se entera de
que las revisiones del chichi de Soraya
Sáez de Santamaría nos cuestan 40.000 euros al año en consultas privadas
–menéame.net-, ¿en qué caja metemos la información, en la crónica rosa, en la
política, o en la desvergüenza? Si la misma señora que pide con su naricilla
levantada, sin inmutarse, sin ni siquiera echar una lágrima o sonrojarse, que
hay que gastar menos, que tenemos que cobrar menos, que no tenemos para sanidad
ni educación ni bla, bla, bla, si la misma señora que nos pide, nos exige y
legisla eso, se gasta 175.000 euros en flores y plantas de interior al año, han
leído bien, 175.000 euros al año, ¿a qué tipo de tertulia llevamos el asunto, a
Sálvame, y que se entienda con las
leonas, o a El objetivo de La Sexta
por ver si Ana Pastor le da al
aparato de medir verdades o falsedades y nos hacemos una idea?. Los
tertulianos, expertos, voceros, opinantes, que han de interpretar su papel a
rajatabla, es decir, cada cual en su cubil –de la derecha, de la izquierda- son
hoy uno de los trabajos en alza, aunque ya se encargan los que están, en
multiplicarse por esporas para que nadie ocupe el puesto que ocupa su ajetreado
culo, tanto como su adiestrada boca. Y si por la mañana se está con Antonio García Ferreras Al rojo vivo, por la noche se hace El gato al agua con Xavier Horcajo en Intereconomía, que Alfonso Rojo es un arrojado combatiente que se crece con su
enemigo, como María Patiño medía su
enfado con Humberto Janeiro -¿vive
aún Patiño, acabó la vena por estallarle
y se dedica a cuidar geranios?-. Suya es la antológica frase de que la
matrícula de la universidad cuesta lo que cuestan cuatro cañas, decía Rojo.
Estos opinantes sueltan lo que les sale del bolo. Ellos van a hacer televisión,
a caldear el ambiente, a fajarse con el que les ponen enfrente, cuanto más al
extremo ideológico, mejor. Yo en Lugo, tú en Almería.
Esto es televisión, estúpido
Esta semana nos
hemos enterado de que un tertuliano marca PSOE –de la Asamblea de Madrid, Miguel Antonio Carmona- ha reconocido
lo que podíamos imaginar, que un plató es más importante que cualquier cosa
para lanzar el mensaje, y que sí, que a la tele se va teledirigido por el
partido. Otra estrella emergente de la televisión que cambió lo rosa por el
rifirrafe de la política es Pablo
Iglesias, al que la derecha mediática llama algo así como el tertuliano
anti sistema. Lleva coleta, luce perilla, usa camisas a lo Jordi Évole, se hinca pendientes en la oreja, calza zapatillas, y
en la muñeca se coloca más de una pulsera de hebras de algodón. Iñaki López lo presenta en La Sexta Noche para el Cara a cara,
sección donde el profesor de Ciencias Políticas de la Complutense se dará
hostias verbales e ideológicas con su contrincante. Es Percival Manglano, que fue consejero de Economía en Madrid por el
Partido Popular. Traje oscuro, corbata a rayas, camisa blanca, pelo lacio
cortado por una raya en mitad de la cabeza, y zapatos lustrados. Es decir, el
día y la noche. En todo. En lo exterior y en sus ideas. Y para eso han sido
invitados. Para que se fajen en público a cuenta de un tema que, de nuevo, y
según lo que opines, te acercaré a uno u a otro, eso de que Madrid obligará a
los parados que cobran el subsidio a trabajar ocho horas sólo cobrando un
suplemento, haciendo el trabajo de quienes en su día fueron expulsados de él,
quizá aduciendo que ya no hacían falta. El ring está preparado. Los
combatientes, también. Comienza el espectáculo. ¿Se quiere llegar a algún
sitio? ¿Se escucha al otro para reflexionar? Seguro que ustedes saben la
respuesta. Esto es televisión. Y cuando se apagan los focos, todos tan amigos.
A tomárselas. Mañana les espera un duro día de encontronazos en el plató que
toque.
La guinda
Ay, el taxi
Creo que lo
mantienen para quitarse los programas grabados de encima, y también por ver si
remonta Así nos va, lo alargan, y se
acabó. Ya no hay Taxi que valga. Creo
que no es rentable un concurso que sólo ven 195.000 espectadores, el 1´7% de la
audiencia. Miki Nadal se esfuerza, Manolo Sarria también, la gente que
concursa se lo pasa pipa. ¿Y en casa? Ah, no, a esa hora está Amar es para siempre o Gran Reserva. El origen.
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