Juicio
a Bretón
Este martes
comenzó el juicio a José Bretón, el
padre acusado de haber matado a Ruth
y José, sus niños, sus criaturitas
desaparecidas. El lunes se constituyó el jurado, y al día siguiente, el
conocido enjuiciado comenzó a responder a las preguntas. Es decir, acaba de
empezar la actuación de la justicia. Pero eso, en este país, y con según qué
asuntos, sólo es un detalle sin apenas importancia. De hecho, en los platós de
televisión, en todos los platós, el juicio lleva celebrándose como un gran
espectáculo mediático, desde el minuto cero, desde aquel aciago 8 de octubre de
2011. Desde ese instante, y quizá ni un solo día de descanso, las teles han
montado su particular merienda campestre hablando, trayendo, llevando,
manoseando, y enjuiciando antes de que la justicia enjuicie y escriba su
veredicto. A quién importa eso. Esas muertes, con la triquiñuela sentimental de
un dolor generalizado, se han convertido en entretenimiento de masas.
Expertos,
bocazas, sicólogos, periodistas, tertulianos de todo a cien, presentadoras muy,
muy afectadas, han manoseado en las vísceras de esos niños hasta servirlas
crudas, con lamparones de sangre y rescoldos de un fuego que jamás se ha
apagado. Durante un mes largo, el circo tiene garantizado un número que atrae
al espectador. La carrera comenzó. La lucha entre Antena 3 y Telecinco, sobre
todo, será a muerte. El juicio oficial se inició el martes, pero el juicio
catódico sólo se ha intensificado. Antena 3 se tiró corriendo a la piscina, y
el martes por la noche dos grandes sabuesos, temibles mordedores que jamás
sueltan su presa, Albert Castillón y
Alfonso Egea, cortaron la cinta en
un especial de la noche. La historia del gran villano está en marcha. Y la
televisión, a su servicio.
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